1
La pértiga describe la locuacidad del ojo.
2
El poeta es el cartógrafo del alma.
3
El lector es el navegante de los mapas.
4
El
teólogo es un novelista del aire. Todos los feligreses son, en el
fondo, teólogos amateurs. Dios es, en el necesario extremo de este
argumento, un actor al que la crítica enjuicia.
5
El escritor siempre fornica con su prosa. La tinta mancha los sintagmas. Los verbos copulativos carecen de pudor.
6
El naúfrago escribe monólogos de alga. El naúfrago es un invento de Viernes.
7
La fatalidad carece de efemérides. El azar escribe renglones torcidos para lectores perezosos.
8
El maestro es un interiorista de almas, un escaparatista moral.
9
Lo dijo Shakespare o su negro: desconfía el viejo del joven porque ya lo fue.
10
El pecador es el que oye que alguien le acusa de sus pecados.
11
Cioran
gemía, tumbado en su sofá, esperando que los lamentos le abriesen los
poros y le entrara a tropel el conocimiento. Yo quiero ser Cioran. No ejercer ningún oficio. Ser un dios de mi pereza.
12
Kim Novak apareció anoche en un tramo irrelevante de un sueño muy huidizo. Hoy me duele Kim Novak en los ojos y tengo la mirada como perdida y la cabeza a ratos me descabalga de la realidad y me empuja, alucinada, al sueño que no retuve.
13
Todos estos años de cómplice matrimonio con el aire y cuesta todavía meterlo entero en el pecho y sentirlo estallarme dentro, preñarme dentro.
14
Todos estos años de cómplice matrimonio con el aire y cuesta
todavía meterlo todo en el pecho y sentirlo, jubiloso, estallarnos
dentro.
15
Puede suceder que en unos años la vida vaya en serio y
tengamos que armanos finalmente de valor para andar con firmeza y no
trabarnos el tiempo.
16
Lo peor es perder tan miserablemente el tiempo y acabar descubriendo que hemos gastado los años y todavía nadie nos haya dicho qué bien planchada llevas el alma.
17
A
veces vivir conduce a irnos queriendo mucho, a entender los retos, a
domiciliar en la memoria piezas de un sueño, historias recientes de
amores imposibles y de pasiones evitables, desmayos a última hora de la
tarde frente a un disco de Sarah Vaughan, besos muy logrados tras años de fatigado oficio.
18
Todo el amor que yo puedo sentir cabe en un verso de Pessoa.
19
En verdad fuimos hermosos, pero la belleza ya no es útil.
20
Ha
llegado la hora mineral, la gran hora sin maquinaria que somete el azar
a un pulso siniestro, que comete imprudencias del tamaño de un corazón
sin amarre, que escribe convulsos versos de amor con menuda caligrafía
de principiante. Ha llegado el corazón más humano a conveniencia del
que escribe, varado en la trágica evidencia de estar perdiendo la
inspiración a medida que se acaba la batería del portátil.
21
Donde
la noche nos habita. donde las palabras declinan oscuros favores y
erigen inmensos páramos, lugares para el abandono, jardínes que sólo
holla el viento.
22
Me encanta buscar en el diccionario el léxico de mi fracaso.
23
Afuera todo se abisma y concluye. La fragilidad de las cosas. La posición de los astros.
24
Triste andamiaje de los años, travesía sin término, espejo inocente, la herrumbre secreta, el insomnio tan urdido.
25
Se nos va dejando morir tan impecablemente que tardamos una vida en advertir el engaño.
26
Los
años ocultan siempre la verdad. Algunos la ocultan con más oficio.
Otros no se manejan en estas frivolidades y se advierte la siniestra
trama en los meses bisiestos.
27
Bien está contar con un biógrafo
propio, uno que constate el vértigo de haber vivido, uno que argumente
la miseria y la gloria y dé crédito a los placeres depositados como
memoria festiva, en su costra. Óxido en júbilo.
28
El rojo se
astilla en un trepidar de algas que galopan por el tacto luminoso de la
luz: el poema esplende, purísimo, ajeno a las turbaciones del razonar
calmado.