
"Un incendio en la oscuridad del desierto es igual que una cerilla dentro de un congelador: prende con facilidad, pero el frío de la noche se encarga de apagarlo.
Aquel fuego, sin embargo, aún tardaría en extinguirse. Un grupo de hombres caminaba alejándose de las llamas, a cada paso sentían aliviarse el sudor de sus nucas."
La cubierta. Mira que me gusta la cubierta de este libro, fue lo primero que me llamó la atención y no pasaría mucho tiempo hasta que las buenas opiniones se unieran a ese reclamo. Así que estaba claro que me lo iba a leer. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La fragilidad del neón.
Conocemos a Ramón Sandoval, un español exiliado que vive en París. Estamos en 1961 y su exilio también parece extenderse a su vida privada, es un hombre solitario con un hermano en Argelia, Manuel. En esta vida llena de recuerdos del pasado, con un trabajo como chófer de lujo, irrumpe Linda Darnell junto a su ayudante Claire convirtiendo al chófer en improvisado guardaespaldas de estas mujeres en una ciudad inquieta, revuelta en sus calles.
Estamos ante una novela de perdedores, hayan triunfado o no, con vidas marcadas. Poco importa si están exiliados, si están luchando en otro país, si son estrellas de cine en un tramo que las lleva al ocaso, o si se trata de jóvenes ayudantes que huyen de sus recuerdos. Todos han atravesado situaciones en el pasado que los han dejado una marca imborrable que sigue latiendo, personajes con historia, con vidas.
Y el neón, esos neones de burdel que iluminan a Ramón por un lado y los del tiovivo, relucientes, que aparecen en la portada, como si enfrentara así presente y pasado. Porque junto a las vidas, caen ideales, sueños e ilusiones y hay que seguir adelante. "Levantar la cabeza y recomponerse rápidamente" nos dice el propio autor en un momento dado, o tal vez mirar lo que vemos de hermoso e intentar aferrarnos a ello creyendo que va a librarnos de nuestra soledad. eso le sucede a nuestro protagonista al ver a Claire, y también lo acompañaremos en esta historia.
Juan Laborda hace gala de una documentación fantástica que al mezclarse con la ficción da como resultado una más que entretenida novela histórica con poso a novela negra, sobre todo en los tonos. Pero más que eso, lo que nos deja en su segunda novela es un cuadro pintado a pinceladas de un momento turbulento de la historia. Ideales que se mezclan con colonialismos, el fin de la guerra en Argelia (no olvidemos a Manuel), y un París que se agita en las calles, convulsionando esa imagen que tendemos a tener de la ciudad del amor.
Volvemos a los neones: se encienden cuando sale la estrella de cine para iluminar las visitas, la cultura, y se apagan cuando se cierran las puertas y desaparecen las sonrisas; se encienden para que veamos Notre Dame y se apagan para mostrarnos las revueltas y la sangre; se encienden y se apagan, pasado y presente. Así es esta novela en la que también descubrimos momentos tiernos, parpadeos de unas vidas que no dejarán indiferente al lector.
Parece que cuando se habla de novela histórica todo el mundo tiende a pensar en aquellas que nos hablan de tiempos remotos, pero no es necesario trasladarnos tan lejos para encontrarlas. Y vosotros, ¿sois de los que al hablar de novela histórica os trasladáis automáticamente siglos atrás?
Gracias
Hoy os dejo el Booktrailer
