Revista Opinión

La Franja y la Ruta de la Seda. Como escapar al cerco del enemigo.

Publicado el 31 marzo 2019 por Carlosgu82

Durante los dos últimos siglos, las potencias hegemónicas – Inglaterra en un primer momento y posteriormente Estados Unidos- se han centrado en el dominio de los mares para consolidar su hegemonía. En esta estrategia fueron fundamentales las teorías geopolíticas del geógrafo inglés Halford Mackinder en las primeras décadas del siglo XX y luego del norteamericano Nicholas Skypman. Los dos autores hicieron hincapié en la importancia del dominio de Eurasia. Mackinder habla del Área Pivote (zona que abarcaría casi toda Rusia y gran parte de China). Quien dominase esa zona dominaría la isla mundial (zona geográfica compuesta por Eurasia y África) y quien dominase la isla mundial dominaría el mundo. De ahí la importancia de consolidar el dominio sobre Europa oriental y sobre el Océano Pacífico. Nicholas Skypman mantuvo una postura similar. Este autor hablaba de un “cinturón exterior” que rodearía el corazón de Eurasia, y que abarcaría desde Europa occidental hasta el sur de China, incluyendo zonas como la Península arábiga, India e Indochina.

Por lo tanto, tanto ingleses como norteamericanos se han venido esforzando durante el último siglo y medio en la implantación de numerosas bases militares a lo largo del mundo para llevar a cabo un dominio absoluto de la situación mundial, en especial Estados Unidos, quien cuenta hoy en día con más de 800 bases militares por todo el planeta.

En 2013, el presidente chino Xi Jinping lanzó la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda. Esta iniciativa pretendía reproducir la antigua ruta de la seda por la que transitaban los productos desde China hasta Europa durante la Edad Media. Obviamente, en esta ocasión, la nueva ruta ampliaría su campo de acción, extendiéndola a través de varios corredores por Indochina, Pakistán, llegando a zonas de África. Esta iniciativa consiste el la construcción de una amplia red de infraestructuras, como ferrocarriles o autopistas, así como otro tipo de inversiones tales como gaseoductos y oleoductos, todo ello con capital chino. Estas inversiones han llegado también a Europa, con la financiación de la modernización de El Pireo (Atenas) y Lisboa.

Esta iniciativa pretende extender la influencia de China por diversas zonas de lo que Skypman llamaba el “cinturón exterior” y romper así el cerco norteamericano. La expansión de la influencia china no tiene por qué limitarse solamente a una cooperación económica. Lógicamente los países que se hayan beneficiado con las inversiones chinas podrían conceder al gigante asiático algún tipo de trato de favor o privilegio desde el punto de vista militar, como facilitar el paso a tropas chinas o incluso el establecimiento de bases militares. Esta situación podría ser de vital importancia en una hipotética guerra futura entre Estados Unidos y China.


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