Para Flaubert, la frase es simultáneamente una unidad de estilo, una unidad de trabajo y una unidad de vida, es lo que atrae lo esencial de sus confidencias sobre su trabajo de escritor. Si se quiere limpiar la expresión de todo alcance metafórico, se puede decir que Flaubert pasó toda su vida “haciendo frases”; de alguna manera, la frase es el doble reflejado de la obra, y es en el nivel de la fabricación de las frases donde el escritor ha hecho la historia de esta obra: la odisea de la frase es la novela de las novelas de Flaubert. Así la frase se convierte, en nuestra literatura, en un objeto nuevo: no solamente de derecho, por las numerosas declaraciones de Flaubert sobre el tema, sino también por hecho: se puede identificar inmediatamente una de sus frases no solamente por su “aire, su “color” o por tal expresión habitual en el escritor –cosa que podría decirse de cualquier otro– sino porque esta frase se da siempre como un objeto separado, acabado, se podría decir casi transportable, aunque nunca alcance el modelo aforístico pues su unidad no proviene de la clausura de su contenido sino del proyecto evidente que la ha fundado como objeto: la frase de Flaubert es una cosa.
Roland Barthes
Flaubert y la frase (1967)
Foto de Roland Barthes