Con La Frontera, cuyos supervivientes tocan mañana en la sala Supersonic de Cádiz, retornó el realismo rockero a las calles de Madrid. A mediados de los ochenta, el barrio de Malasaña representaba la pérdida de la inocencia, docenas de garitos escenificaban la muerte de la movida, si es que existió alguna vez, y abrían sus puertas a nuevos músicos con amplia cultura discográfica y muchas ansias de sincopar. La Frontera simbolizó el auge del rock vaquero, en hermandad con otros estilos y actitudes de bandas de mayor y menor recorrido como Nativos, Elegantes, Sex Museum, Del Tonos, los Ronaldos, los Marañones, Desperados, los Enemigos ...
Los chavales se habían criado bebiendo de las raíces del rock americano y de la explosión punk británica, sin desdeñar el pop de calidad y, por supuesto, la música negra. Estos grupos encontraron un público igualmente entendido y entusiasta. Había donde desparramar: el Ágapo, el Templo del Gato, King Creole y muchos más. En América surgía el renacimiento del country-rock, por así decirlo, con grupos como Jason & Scorchers o Long Ryders. En Madrid, se producía el relevo. La noche de despedida de Polansky y el Ardor, por cierto, dos fundadores de La Frontera, Javier Andreu y José Battaglio, compartieron ritmos y risas con dos míticos Damned, Dave Vanian y Rat Scabies, leyendas del punk.
Lo que quedaba de la nueva ola del pop hispano emprendía por entonces, mediados de los ochenta, la conquista de las provincias. Los ayuntamientos contrataban a culaquier precio, se vivieron años ficticios pero muy divertidos, hasta que falleció la gallina de los huevos de oro. Otro cantar.
Tiempo atrás, Toti Árboles, recordado batería que también cruzó La Frontera, militaba en Plástico, junto a Eduardo Benavente, y Battaglio se estrenó a los dieciocho tacos con los Esqueletos, que morían por Jam y los Clash. La Frontera nació tocando versiones de New York Dolls, Sex Pistols y Buzzcocks, pero Andreu y cía se agenciaron un repertorio con prontitud y triunfaron del tirón con su trilogía del 85 al 87. La vida trajo idas y venidas, pasión y muerte. La Frontera germinó con músicos de 21 años que al cabo de los años nunca se resistieron a exponer sus heridas de rock and roll. Volvieron a la primera línea en el 90 con La Rosa de los Vientos, y en el 92 con Capturados Vivo, y ahora mantienen viva la llama con nuevo álbum. Los supervivientes Javier Andreu y Toni Marmota ficharon a los guitarrista de Garaje Jack, que suenan de categoría.