Revista Cultura y Ocio

La fuente de todo orden

Por Daniel Vicente Carrillo

Todo compuesto tiene partes. De ordinario estas partes deben ser anteriores al compuesto no sólo en la naturaleza, sino también en el tiempo. En efecto, partes y compuesto sólo podrían darse al mismo tiempo si no existiese resistencia en la materia y los contrarios se unieran inmediatamente, o si estuvieran unidos por una potencia infinita. Ahora bien, habida cuenta de que se da resistencia en la materia, lo que impide que los contrarios se unan naturalmente de manera inmediata, debe concluirse que el universo o bien ha alcanzado determinada composición en el transcurso del tiempo, o bien ha sido creado inmediatamente de la nada por una potencia infinita.
Si el universo ha alcanzado determinada composición en el transcurso del tiempo, el universo no fue un compuesto hasta que dicha medida de tiempo transcurrió, lo que equivale a decir que hasta entonces sus partes no formaron un todo y el universo no fue universo, esto es, fue un caos o amalgama. 
Habiendo concedido bajo la hipótesis anterior que el orden no estuvo siempre presente en el universo, se sigue que dicho orden no es necesario; por tanto, es un orden contingente y, en cuanto tal, no tiene el ser en sí, sino por otro, que es su causa. Así, al no darse dicho orden de manera intrínseca en ninguna de las partes, debe darse en el todo intrínseca o extrínsecamente. Pues bien, ya que admitimos que el orden natural no es eterno sino que surge a partir de cierto momento, es forzoso concluir que tal orden se da en el todo de forma extrínseca, esto es, por virtud de una causa extraña a la mole del universo. En efecto, si el universo fuera intrínsecamente ordenado, sería por la misma razón necesariamente ordenado y nunca podría llegar a serlo ni dejar de serlo, como sin embargo sucede.
Por tanto, o el universo no ha sido creado por una causa sobrenatural pero sí ordenado por ella, o ésta lo ha creado y ordenado.

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