Revista Arquitectura

La fuente pública y el gafitero insensato

Por Enrique23
La fuente pública y el gafitero insensato

Fuente de agua potable, calle de Alfonso XIII. (Foto: Enrique F. Rojo, 2014)

De cuando en Madrid el agua se distribuía por viajes y traidas, y de las fuentes públicas brotaba el agua por varios caños sin parar porque era la única agua a la que tenían acceso la mayor parte de los habitantes, las fuentes de agua potable repartidas por todo lugar han sido una de las regalías más aclamadas por los madrileños. Pero como todo cambia y, en general mejora, aunque las fuentes siguen siendo necesarias, han dejado de ser imprescindibles. Todavía quedan unas cuantas superviviente; alguna casi histórica.

Una fuente de 1940

Al menos desde 1940 la fuente pública de la calle de Alfonso XIII surte de agua al ciudadano sediento de Madrid. No sabemos si la fecha que aparece en su frente responde a su fábrica primera o se trata de la adaptación a una fuente primitiva, ya que este modelo de surtidores existía en Madrid desde el último tercio del siglo XIX.
Durante más de tres cuartos de siglo, la fuente mantuvo su aspecto limpio. A pesar de las huellas del tiempo, inevitables.
Del caño antiguo de hierro con chorro continuo se pasó al grifo de latón de cierre automático que, en los últimos tiempos se sustituyó por otro cromado también automático, más moderno, aunque, tal vez más apropiado para surtidores domésticos o baños públicos, y no para esta fuente añeja.

Madrid sin fuentes de agua potable

Hay que recordar que en Madrid las políticas municipales de los últimos diez años eliminaron más de la mitad de las fuentes públicas que había. En los ochenta del siglo XX Madrid contaba con 4.000 fuentes públicas, en 2012, cuando sólo quedaban 1.843, todavía se seguían eliminando, algunas de gran valor histórico. De éstas, solo funcionaban dos tercios, unas 1.200, el resto estaban inservibles o se habían cegado.

La fuente pública y el gafitero insensato

El tipo de fuente de la foto, antaño era muy común en Madrid. En realidad, el modelo proviene de un diseño del último tercio del siglo XIX. La fuente de la foto está completa, tal como se conservaba en los años 40-50 del siglo XX. Si nos fijamos en el centro, de donde sale el caño se ve una cabeza de león, característica de estas fuentes públicas.

Recuperación de la fuente de Alfonso XIII

En 2015-17 el Ayuntamiento de Madrid decidió recuperar o arreglar algunas fuentes de las que todavía se conservaban en la ciudad, y en el caso de la de Alfonso XIII limpió y restauró el armazón de hierro y el vaso de granito, de manera que su aspecto quedo bastante renovado.

Pero la alegría duró poco…

Pero la alegría duró poco… En efecto. Lo que el tiempo no había logrado degradar con su inexorable paso lo ha conseguido en pocos segundos la inconsecuente acción de un aprendiz de grafitero. Sin duda, alguien con escasa cultura y nula capacidad artística.
Se diría que el pintor o pintora de brocha gorda autor del desatino se encontraba expectante desde hace 78 años esperando el momento en que se renovase la fuente para pintarrajearla de mala manera con el color más chillón que pudo encontrar.

La fuente pública y el gafitero insensato

En esta fuente, para estar completa se echa de menos una cabeza de león en el frente del caño que iba atornillada con dos vástagos por detrás. A medida que se abandonaron y se condenaron las fuentes públicas, los rateros fueron robando los elementos decorativos y más adelante los grifos. Hasta que también las autoridades municipales eliminaron las propias fuentes. Al expolio delincuencial hubo que añadir el institucional, que llegó a ser incluso el más flagrante. Después de la restauración, la sorpresa la da un aprendiz de grafitero insensato, tal vez un imbecil, que pinta de amarillo la recién arreglada fuente. (Foto: Enrique F. Rojo, 2018)

La desafortunada pintada pretende llamar la atención de forma ridícula con las siglas YKS (Ya de la Kro Soir-ce) pertenecientes a una firma reconocida del arte urbano -grafiti- parisino. Parece evidente que tanto la actitud como la ejecución de las pintadas son el producto infantiloide de un aprendiz de grafitero insensato y sin talento.

La fuente pública y el gafitero insensato

El amarillo trabajo de un imbecil en la fuente arreglada de la calle de Alfonso XIII. (Foto: Enrique F. Rojo, 2018)

Aunque este asunto de las pintadas en elementos urbanos con valor histórico pueda parecer anecdótico no es la primera vez que lo trato en el blog.

Otro caso en la Casa de Campo

Hace diez años, hablando del Puente de la Culebra de la Casa de Campo, referí un caso similar. Este puente del  siglo XVIII que salva el otrora grande Meaques, pero hoy uno de los cada vez más minúsculos arroyos que discurren por la Casa de Campo de Madrid, se restauró en 2007, asentando y limpiando ladrillo y piedra. En 2008 ya había pintadas en los pretiles, tanto en el exterior como en el interior. Entonces comente: “La mano inquieta del autor o autores -autora o autoras-,  debe de responder a un cerebro privilegiado“, pués dejaba una impronta que ni el paso del tiempo dejó. A falta de una manera peor de desperdiciar el tiempo, el espray del artista nos regalaba con su creación en el recién restaurado puente. “Habría que felicitarle” -pensé-. “A él y a sus progenitores, por tan hermosa dádiva a la humanidad“. Otro grafitero insensato. O grafitera, perdón…
Hoy sigo pensando lo mismo.

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