Revista Cultura y Ocio

La fumadora sonámbula

Por Urbana

Un relato  de @LaGataPsicopataLas noches se hacen eternas.
Sentada al borde de la cama, los ojos abiertos,  la mirada perdida en una ventana tapiada por cortinas.

las noches se hacen eternas


Enciende un cigarro y fuma. La única luz, la brasa del cigarro, faro en la noche que alumbra al ritmo de sus caladas. En la pared una araña funambulista avanza por un hilo invisible.
Cuando la ceniza es tan larga como el cigarro cae sobre sus piernas, la mira sin ver y sacudiéndola con gesto indolente cae al suelo.
Los ojos perdidos siguen pensando, imaginan, recuerdan, sueñan.
Nota calor en los dedos,  dedos que un día hicieron el símbolo de la victoria en una foto para el recuerdo. Mira su mano y viendo  la colilla consumida la tira al suelo, sus pies descalzos la pisan con saña.
Ignora el contraste de las losas y las brasas, del frío y del calor, de la realidad y  sueños.
El mechero, olvidado en el puño de su mano izquierda, parece de pronto tomar vida propia, reclama su atención. Gira la ruleta, una chispa, una llama. La araña, trapecista de la noche, aparece ante sus ojos y en un impulso, que ni puede ni quiere controlar, alarga la mano; la llama lame la araña, un pequeño fogonazo asciende y diminutas pavesas grises caen al suelo mezclándose con la ceniza.
Mañana barreré.
Quién fuera sonámbula piensa, funámbula, o araña y dejando el mechero sobre la mesilla regresó a la cama.


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