Dana Milbank.-- El senador Marco Rubio de la Florida, el hombre proa acerca de Cuba en el Partido Republicano, pareció luchar por contener su furia cuando respondía a la decisión del miércoles del presidente Obama de normalizar las relaciones con el enemigo de la Guerra Fría.
El legislador cubanoamericano, al dirigirse a una sala llena de reporteros y fotógrafos en el Capitolio, cortó el aire con su mano derecha, lanzó respuestas tersas y, con frecuencia, alzando su voz, escupió insultos contra la administración Obama:
“Absurdo”.
“Vergonzoso”.
“¡Indignante y ridículo!”
“Concesión a una tiranía”.
“Basado en una ilusión, una mentira”.
“Haciendo concesiones a los opresores”.
“Ignorar deliberadamente la manera en que el mundo funciona realmente”.
Chad Pergram, de Noticias Fox, preguntó al Rubio por qué él estaba tan seguro de que el cambio hacia Cuba sería un desastre y no un éxito, como los acuerdos de Camp David o el acuerdo del Viernes Santo en Irlanda del Norte, que también fueron criticados.
“Porque conozco al régimen cubano y su verdadera naturaleza mejor que este presidente o cualquier otro en su administración”, replicó el senador.
Otro reportero señaló que los cubanoamericanos más jóvenes apoyan las relaciones normales con Cuba.
“No me importa si las encuestas dicen que 99 por ciento de la gente cree que debemos normalizar las relaciones con Cuba”, respondió Rubio, y luego agregó: “No me importa si 99 por ciento de la gente no está de acuerdo con mi posición. Esta es mi posición y la defiendo con pasión.”
Amenazó con utilizar su nuevo cargo como presidente de subcomité en el Comité Senatorial de Relaciones Exteriores para bloquear la nominación de un embajador a Cuba y la construcción de una embajada allí, y dijo que la mejor política sería incrementar las sanciones de la era soviética.
La emotiva –y a veces errónea– respuesta de Rubio al cambio de política demuestra por qué la decisión de Obama de normalizar los lazos con Cuba, después de más de medio siglo, es tanto una buena estrategia como buena en el campo de la política. Es una buena estrategia porque se deshace de otra vestigial que ha dejado de servir un propósito útil, y porque es una decisión con agallas por parte de Obama que demuestra un fuerte liderazgo y ayudará a sacarlo de su status de pato cojo. Es buena en el campo de la política porque revelará que la vieja guardia cubanoamericana, cuya posición Rubio representa, ya no es el vocero de la mayoría de los cubanoamericanos.
La Universidad Internacional de la Florida, que anualmente realiza una encuesta entre los cubanoamericanos, concluyó este año que 68 por ciento favorece las relaciones con Cuba. Solo 41 por ciento de los que tienen 65 años o más favorece la normalización, mientras que también lo hace el 88 por ciento entre las edades de 18 y 29.
Pero Rubio estaba respondiendo visceralmente, lo cual ha estado sazonado por el férreo dogma de los exiliados cubanos. Comenzó sus comentarios con la frase “Como descendiente de inmigrantes cubanos que ha sido criado en una comunidad de exiliados cubanos”, y observó que “Cuba está cerca de mí, tanto debido a mi herencia como debido a la comunidad en que vivo”.
Esta inmersión ha llenado a Rubio de una lógica con base en la fe –y una absoluta certeza de resultados que no pueden ser cognoscibles. “Ahora sé como verdad fundamental que esto va a alejar aún más el día que la democracia llegue a Cuba”, proclamó. Aseguró, además, que “Conozco la verdadera naturaleza de este régimen. Interactúo con gente que ha sido oprimida por él cada día. Estos cambios no harán cambiar en nada su comportamiento con el pueblo cubano. [El régimen] será tan represivo dentro de un año como lo es ahora”.
Antes de aparecer en el estudio de TV del Senado, Rubio concedió una entrevista a Noticias Fox en la que dijo que “Barack Obama es el peor negociador que hemos tenido como presidente, al menos desde Jimmy Carter”. Ese sería el Jimmy Carter que negoció los acuerdos de Camp David, aún exitosos. Cuando Rubio, de 43 años, realizó su conferencia de prensa, cambió esa línea y calificó a Obama de sedr “el peor negociador que hemos tenido en la Casa Blanca en el transcurso de mi vida”.
Pero Rubio tuvo más problemas cuando Ed O’Keefe, de The Washington Post, preguntó al legislador católico qué le diría al papa Francisco, quien intervino para alentar las negociaciones y recibir a delegaciones de los dos países en el Vaticano. “Tengo entendido que la influencia que Su Santidad tuvo fue en la liberación de Alan Gross, lo cual no he criticado”.
Una declaración del Vaticano sugiere que su intención fue mayor que eso, y el papa ofreció sus “cálidos saludos por la histórica decisión tomada por los gobiernos de Estados Unidos de América y Cuba de establecer relaciones diplomáticas”.
El senador tenía una opinión diferente al del Santo Padre. “En resumen, lo que estos cambios van a hacer es que reafirmarán el control de este régimen sobre el poder durante décadas futuras”, dijo.
Esa es la doctrina de la infalibilidad senatorial, y generalmente termina mal para sus adeptos.
* Dana Milbank escribe acerca del teatro político en la capital de la nación. Se unió al Post como reportero político en 2000.
Traducción de Progreso Semanal. Tomado de The Washington Post: "Marco Rubio’s fury over the Cuba shift shows why Obama made the right move"