Revista Cultura y Ocio

La Galería del Caos, 24: Ana Vega

Publicado el 02 febrero 2014 por David David González


La Galería del Caos, 24: Ana Vega:    Ana Vega, por Ángel González González

WOMAN
Esa mujer que todos conocemos,quien manifiesta su supervivenciacada día a golpe contundentede tacón afilado cual navaja,que camina por las calles con absoluta decisiónpues sabe desde siempre que su camino se recorre a solas.Aquella que no teme a la verdad,la que agarra a su hijo de las entrañas mismaspara arrancarlo del dolor,la que antepone lo imprescindible,lo realmente importante,ante lo que nunca será bien visto por los hombresque creen dirigir la tribu fantasma.Mujer que corre con los lobos,guerrera, la no vencida,la que no abandona el ringhasta pisar la lona.La eterna Juana de Arco.Aquella que lame sus heridasa solas como los gatos,la que se defiende una y mil vecesante la impunidad de la injusticia que nos vence cada día.Ella, tú, nosotras, las que seguimos creyendo en cada grieta,con cada golpe,la fuerza crece en nuestro vientrey porque la mujer sabe transformar el mundo en acto,en hecho,en maneras de sobrevivir a la desesperación profunda.Aquella que deshace el nudo con los dientes.Porque ellas engendrarán "legiones de hombres buenos"que crecerán en multitud por los siglos de los siglosreproduciéndose en constante mutación continuahasta alcanzar la absoluta cercaníaque aún necesitamos sentir entre mujer y hombre.Mujer que sueña en blanco y negro,que conoce los abismos pues en todos ha estado,que pelea y no se cansa pues su lucha es incensastetiene el poder de las mareascuyos océanos reproducen de forma rítmicacada uno de sus gestos,ese vaivén que nos describe en sigiloso susurro su anatomía.Mujer más allá del cuerpo,mujer sin amo "ni patria ni religión",mujer cuyo origen nace en el centro mismo del universoy a él regresa en cada muerte.Mujer que renace por tanto cada díaen cada minúscula población del mundoy cuyo llanto es el llanto del mundo entero.Mujer violada, torturada, sacrificada, rota, en definitiva,por el verdugo que tanto teme su poder ancestral.Mujer que ha de soportar la sangre sobre su pielcuando decide, finalmente, pero nunca tarde,alejarse de quien se agarra con fuerza a su espaldapara tapar de modo alguno la debilidadque tan sólo los ojos realmente abiertos,aquellos que habitan el alma,pueden ver en el rostro de la ira, en la debilidad ajena.Cansancio, peso, dolor en el centro mismo del corazónque viene de lejos, tan antiguo, que nos cuesta reconocercomo nuestro.Mujer que decide seguir peleando frente a las vocesque susurran rendición,frente al rol de hembra pacíficaque ha de conservar las gormas que otros le arrebataron.Todas y cada una de las mujeresque deciden, una y otra vez, llevar a cabo sus propias vidas,sus propias reglas, decisiones, normas,pese a todo lo que eso implica,las que saben maquillar el golpe en el ojo o la mejillaen la que aún late el corazón viejoy quellas que de las lágrimas últimas extraenuna sonrisa finalque desconcierta y desconcertará siempre al alma perdidade quien busca de forma errónea más allá de sí mismo,aquel que padece hambre eterna,la escasa inteligencia de los que jamás se atreverána infringir norma algunarepitiendo así el papel eterno del verdugo,pagando su temor en el cuerpo del otrocon todo tipo de herramientas verbales y físicas,instrumentos perfeccionados a lo largo de los años,cuyas marcas la mujer arrancará a dentelladas,una y otra, una y otra, una y otra vez,todas las veces necesarias.La impunidad es esa sensación que aún y tal vez siempre sentiremoscerca, al lado justo,en nuestras manos,porque sabemos que nosotras, mujeres, elegimos pelear,que nadie consigue ni conseguirá jamás domesticarnos,pues como animales salvajes que somosel instinto nos salva y salvará de toda trampa.Los reptiles del mundo que conocemosseguirán empecinados en colarse en nuestras vidas,seguirán intentando silenciar nuestras voces,que el susurro de la culpa que nos inculcarongermine en lo más profundohasta quedar atrapadas en las redes más propiciaspara ellos, para la caza,para aquellos que crearon la normativa vigente,quienes seguirán castigando nuestra decisión de manifestar nuestro poder y sabiduría,defender aquello en lo que creemos,disfrutar del cuerpo que nos ha sido concedido a nuestro antojoy no al antojo de quien duerme a nuestro ladociertas noches o tan sólo una,nuestra voz se escuchará alta y claraporque hace ya demasiado tiempo decidimosno callarnos, nombrar, acusar, señalar inclusoal culpable de las atrocidades cotidianasque ocurren a nuestro alrededor.El segundo sexo nunca fue el sexo débil,quien hiere o golpea es aquél que temey no al contrario.No nos engañemos,nos cortan el paso, nos detienen,nos mutilan, nos asesinan, porque nos temen,y si eso es así, y así lo es, puedo asegurarlo,nadie nunca jamás,podrá romper el círculode lucha constante en el ringpor alcanzar aquello que nos pertenecey nos ha pertenecido siempre,no sólo una "habitación propia"sino también la casa entera, nuestro lugar en el mundo,aquel que hemos ganado,aquel que siempre nos ha pertenecido.No nos creamos desheredadas de lo que siempre fue nuestro.La manzana originalnunca fue castigo algunosino el primer pasodiminuto, escaso,hacia la libertadque ahora hemos de tomar por completo.Ha llegado la hora de reconocernos frente al espejoy que ese gestonos devuelva la imagen real,el triunfo alcanzadopor todas aquellas que nos precedena quienes debemos rendir homenaje de la única forma posible:peleando,peleando siempre,hasta el final...
Ana Vega.


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