Hoy os traigo una reseña muy especial. Hemos ido a La Gatoteca, ese lugar donde puedes disfrutar de un rato precioso junto a gatos a los que se les está dando una segunda oportunidad mientras tomas algo. ¡Y si surge el flechazo ya sabes lo que tienes que hacer, adoptarlo!
Desde hace mucho tiempo conocemos de primera mano los neko-cafés de Japón. Ya se habla un poquitín más de estos establecimientos por occidente y se van conociendo. La diferencia de los de Japón con respecto a La Gatoteca es que los primeros son gatos que viven exclusivamente en el local. Vamos, es como si fuéramos a visitarlos a su casa (la mayoría son gatos comprados a criaderos y demás) pero en La Gatoteca son gatos que han recogido (de otras asociaciones, particulares, de la calle...) para darles una segunda oportunidad. Están ahí con las personas que les visitan en plan piso compartido esperando el flechazo y que les adopten y se puedan ir por fin a formar parte de su familia definitiva. Así que estábamos deseando ir y ver a los peques para jugar con ellos y darles mimos.
La Gatoteca es la sede física de la Asociación ABRIGA. Es una Asociación sin ánimo de lucro que se ha creado para ayudar a los gatos sin hogar.
Os dejo el link a su web para que tengáis toooooda la información (incluidas fichas de algunos de sus moradores gatunos...) Pincha aquí
Nuestra experiencia:
La verdad que el local es enorme. Está genial. Los gatos tienen mucho espacio repartido en dos pisos. Juguetes, "gatorretas", zonas de comida, sofás, cajas,... es un lugar muy adecuado para que se socialicen tanto con las personas que van a verlos como con otros gatos. Por supuesto, hay que tener en cuenta que algunos son gatos de la calle, otros vienen de casas y eso puede hacer que alguna vez haya alguna "disputa" pero nada del otro mundo.
Hay gatos para todos los gustos y esto es genial ya que así cualquier persona que esté interesada en adoptar un gato podrá conocerlo antes de llevarlo a casa. Hay personas que prefieren gatos más autónomos, otras les gustan más mimosos, otros más juguetones... hay de todo. ¡Y de todos los colores!
Las personas que forman el grupo de cuidadores y demás son un cielo y se les ve el amor que tienen a estos animales. ¡Eso dice mucho de ellos! También se nota que las personas que van allí son amantes de estos mininos y siempre se les trata con mucho respeto. Tienen unas normas muy claras de lo que se puede o no hacer con los gatos y me parece que son correctísimas como, por ejemplo, que si el gato está durmiendo podrás acariciarle suavemente si se deja y sino, hay que dejarles en paz (como sería de sentido común)
Cuando entras, te explican claramente el funcionamiento. Te invitan a la primera consumición (las demás las pagas con la voluntad) y hay de todo: desde cola cao, tés, café, refrescos, zumos... lo único que te piden es que si vas a tomar algo que esté en crista lo eches en un vaso por el peligro que conlleva que algún gato lo tire y se rompa.
Una vez que te has servido te ponen la pulsera (¡no la tiréis, que por 6 pulseras tenéis 1 hora gratis!) donde indican la hora exacta a la que habéis entrado y una vez salís os ajustarán el precio según el tiempo exacto que habéis permanecido allí. Este dinero sirve para mantener el buen estado de las instalaciones y sobre todo, la salud de los peques.
Los precios son orientativos una vez superas la primera media hora pero os los pongo aquí:
- 30 minutos – 4€
- 1 hora – 6€
- A partir de la primera hora se fraccionan los 6€ en minutos.
- Discapacitados y pensionistas 50% descuento.
- Niños hasta 14 años (incluidos) 3€ entrada única.
- De martes a domingo: Abierto desde las 11h.
- Última visita todos los días a las 21h30.
- Lunes acceso restringido para SOCIOS y VOLUNTARIOS a partir de las 17h.
Deciros que la primera hora se nos pasó volando (íbamos a estar largo rato porque veníamos de lejos
y había que aprovechar, además teníamos muchas ganas de michis) así que decidimos quedarnos algo más y quitarnos todo el mono jeje. Yo me enamoré de algunos de ellos pero hubo con uno que fue un flechazo y no queríamos separarnos el uno del otro. Se llama Ginger y desde aquí quiero decir que es un gato súper súper súper mimoso y tranquilo. Le voy a dar publicidad porque venía de una casa y se nota que necesita una casa y familia lo antes posible (que encima los gatos negritos le tienen tirria al pobre). Es muy grandote pero todo lo que tiene de grande lo tiene de pachorro. Ronroneó en seguida que estuve con él y ¡estuvo todo el rato queriendo abrazarme! Madre mía, no me lo quito de la cabeza pero yo ahora mismo no puedo adoptarle pero desde aquí insisto a que cualquiera que le interese vaya a verlo a La Gatoteca para comprobarlo.
También me enamoré de varios más así que no os penséis que Ginger es el único mimoso ni nada. Son todos muy tranquilotes y adorables y de verdad que se merecen un lugar para vivir el resto de su vida como debe ser.
Os he puesto imágenes que cogí (por supuesto siempre sin flash y sin sonido) de los peques para que los veáis un poquito mejor. Os animo a que vayáis y aportéis con vuestra visita ese cariño que necesitan, ese apoyo a la asociación para que pueda mantener estas estupendas iniciativas y consigamos un mundo mejor y, sobre todo, un mejor trato a los animales ya que en este país carecemos bastante en este sentido.
Aquí la tenéis