Revista Cultura y Ocio

La Genealogía y la Historia Familiar ante los diversos modelos de familia

Publicado el 16 febrero 2015 por Antonio Alfaro De Prado @genealogiah

Adopciones, hijos que han desconocido la identidad de uno o de ambos padres biológicos, niños criados por una sola persona o por dos del mismo o distinto sexo, uniones de hecho, múltiples uniones de hecho y de derecho que dieron lugar a parentescos diversos, filiaciones consideradas escandalosas, inapropiadas o que por algún motivo debían encubrirse… Son situaciones tan antiguas como la propia existencia humana. Debemos asumir que pudieron tener lugar entre nuestros antepasados con más frecuencia de lo que reflejan los usualmente fríos documentos que nos ayudan a construir nuestro árbol genealógico.

La novedad reside en que muchas de estas situaciones han alcanzado la categoría de cotidianas hoy en día. A ello ha contribuido también la creciente inestabilidad de las familias que a lo largo del tiempo ven aparecer nuevos integrantes mientras que otros se alejan total o parcialmente.

Se incorporan también los nuevos casos que surgen debido a las técnicas de reproducción asistida, donde entran en escena los donantes que pueden ser una, dos o hasta tres personas, aportando total o parcialmente su ADN a los embriones. En muchas ocasiones su intervención es anónima pero legando nada menos que su huella genética. Así, puede ocurrir que quienes han contribuido al óvulo fecundado, la madre gestante y la persona o personas que cuidarán a un recién nacido puedan no conocerse en absoluto o, por el contrario, que se relacionen de muy diversas formas… 

¿Como reflejar todos estos supuestos al tratar la historia familiar y representar los árboles de parentesco? Vamos a intentar plantearlo desde las dos principales perspectivas, la del genealogista que debe recogerlo en sus estudios y la de los propios integrantes de estas familias.

Los genealogistas debemos actuar como cronistas de las historias familiares, ello quiere decir que hay que intentar reflejarlas basándonos en tres criterios fundamentales. El primero será abordar la tarea desde la objetividad sin prejuicios, superado el modelo del genealogista que escribía “lo que convenía” debemos describir las relaciones familiares tal como han sido o son. Hay que unir a ello que deberemos recoger toda la información relevante algo que muchas veces no es fácil, aún menos en las familias complejas, pero que será vital para que en el futuro se puedan identificar todos los miembros de cada familia y su relación entre sí. Y, finalmente, intentar deslindar las relaciones genealógicas de las familiares, entendiendo por genealógicas las consanguíneas en contraposición a otras relaciones familiares puramente afectivas (no por ello menos importantes).

Si la cuestión se plantea en primera persona hay que comenzar por una consideración previa. Quien ha sido adoptado o sabe que parte de su ADN procede de personas diferentes a sus padres puede plantearse ¿cual es su historia familiar? ¿la de quienes le criaron, la de sus progenitores biológicos o ambas? Será una decisión personal ya que no hay, lógicamente, una respuesta única. Desde luego el entorno donde ha crecido y las personas que le han cuidado deberían quedar reflejados en su historia familiar. A su vez, los padres biológicos es posible que no sean conocidos, e incluso no exista el deseo de llegar a ellos, pero es indudable que han aportado la genética que será transmitida a los futuros descendientes. Como el genealogista es curioso por naturaleza, la propuesta deseable sería que la historia familiar abarque ambas realidades que han contribuido a formar a la persona en su conjunto.

La representación gráfica de todos estos supuestos, salvo alguna excepción que comentaremos, no parece compleja. Existe la convención de representar los árboles genealógicos con líneas continuas para señalar parentescos de sangre y discontinuas para las adopciones. El siguiente ejemplo nos muestra cuan sencilla y versátil es esta solución:

Antonina

Árbol parcial de dinastía romana de los Antoninos que aportó cinco emperadores a Roma. Puede observarse cómo las sucesivas adopciones vincularon a los emperadores Nerva, Trajano y Adriano, representadas mediante líneas discontinuas. Trajano, hijo biológico de otro Trajano y de Marcia, al ser adoptado por Nerva formó lo que hoy llamaríamos una familia “monoparental”. A su vez Trajano adoptó a Adriano quien además de pasar a ser hijo adoptivo era su sobrino segundo, parentescos que es fácil observar en el árbol. La representación no distingue entre sexos y permitiría reflejar filiaciones con múltiples padres y múltiples enlaces, prácticamente todos los supuestos que podemos encontrar en las familias actuales. Fuente: Wikipedia versión inglesa, Dinastía Antonina

Otro modelo más complejo de representación genealógica es el que propusieron en 2008 un equipo de genetistas en el artículo Standardized Human Pedigree Nomenclature: Update and Assessment of the Recommendations of the National Society of Genetic Counselors con descripciones tan específicas como las siguientes:

Clip_6

No parece necesario recurrir a árboles tan complejos, pero sí nos recuerda la importancia de la herencia genética, que en un modelo simplificado de árbol genealógico no siempre será posible representar pero que en la historia familiar debe quedar reflejada.

Mencionar también que estas cuestiones han generado incluso un controvertido debate en el ámbito educativo donde la sencilla tarea escolar de representar el árbol genealógico familiar puede ser motivo de polémicas en las familias y en el propio entorno escolar. Si el niño vive en una familia que pudiéramos llamar compleja o no ajustada a los cánones “clásicos” habrá dudas y quizás discusiones acerca del árbol que deba mostrar y cómo éste puede, o no, ser aceptado y entendido por sus compañeros.

Tan solo concluir que desde la Genealogía debemos ser capaces de recoger fiel y objetivamente todas estas realidades, diversas y cambiantes. Resultaría imperdonable considerar que sólo las relaciones consanguíneas deban ser trascendentes para nuestras crónicas, ciñéndonos a una definición absurdamente restrictiva de lo genealógico. Pero, igualmente, afirmar que la historia familiar deba ignorar a aquellos progenitores biológicos cuyo papel haya sido marginal o incluso indeseable resultaría igualmente empobrecedor.

 Antonio Alfaro de Prado

N.B. En castellano, aunque escasas, hay varias referencias sobre estas cuestiones, como por ejemplo en el blog Yendo a por el segundo acerca de las madres solteras por elección, Andalucía Adopta sobre los niños adoptados, o la reseña en Un tintero lleno de duendes del libro Josh and Jaz have trhee mums  referido a niños adoptados por una pareja de mujeres.  En profundidad son temas que aborda Mireia Nieto en su reciente obra Nuevas genealogías. Cómo abordar el árbol genealógico en el siglo XXI.


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