En estos tiempos, más que nunca, las preferencias de muchos españoles se han radicalizado hasta extremos que causan estupor. No hay más que navegar unos minutos por las redes sociales para asistir al triste espectáculo que supone leer los comentarios de usuarios a los que parece que les va la vida criticando a sus políticos más odiados al tiempo que se muestran partidarios de otros políticos exactamente igual de deshonestos, manipuladores e intrigantes.
El arco político, el circo más bien, que se puede contemplar en una visión general del Congreso de los Diputados es demoledor. Desde los inicios de esta supuesta democracia jamás se había visto en España una cámara de representantes tan poblada de advenedizos, de ignorantes, de delincuentes condenados, de amigos de dictadores y narcotraficantes, en definitiva de personajes impresentables a los que el pueblo español vota para que le expolien y le roben su libertad. Y para mí lo más escandaloso de todo esto es que la inmensa mayoría de los votantes no se dan cuenta, no quieren darse por enterados de que todos los partidos políticos, unos del modo más beligerante y otro de forma tímida o poniéndose de perfil, están a “lo mismo”.
Todos estos votantes, quienes pierden su tiempo discutiendo y hacen el juego a los políticos que les manipulan, están ciegos. No quieren ver, quizás por temor a descubrir que viven engañados y dirigidos, que la práctica totalidad de aquellos que dicen representar al pueblo, todos ellos, persiguen el mismo fin.
Ayer, 17 de junio, el canal de YouTube de La Voz de César Vidal estrenó un breve vídeo del que suscribo palabra por palabra e imagen por imagen de principio a fin.