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Recomiendan estar sentados o ubicados frente a la puerta. Vivir siempre alerta y ser conscientes de que existen este tipo de sujetos en el paisaje estadounidense. La pobre gente de la Iglesia baptista de Sutherland Spring no tuvo tiempo de reaccionar y lanzarle al asesino sus biblias, sus bolsos, sus móviles, sus zapatos. Les faltó un cursillo en el que les explicaran cómo sorprender a los perturbados con rifles semiautomáticos, porque al parecer la gente de bien es la que debe vivir en alerta máxima. Y todo para darle gusto a unos políticos que son incapaces de ponerse de acuerdo y crear nuevas leyes que se ajusten y controlen la realidad de unas armas que no se parecen en nada a las del viejo Oeste americano.
Ana Merino
Escritora
artículo completo en El País