Revista Cultura y Ocio

La gente en los árboles. Hanya Yanagihara

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La gente en los árboles. Hanya Yanagihara
     "El doctor Abraham Norton Perina, reconocido inmunólogo y director emérito del Centro de Inmunología y Virología del Instituto Nacional de Salud de Bethesda, Maryland, fue detenido ayer por un presunto delito de abusos sexuales. 
      Al doctor Perina, de setenta y un años, se lo acusa de tres delitos de violación, tres de corrupción de menores, dos de agresión sexual y dos de abusos sexuales por prevalimiento. La primera de las acusaciones la realizó uno de los hijos adoptivos del doctor Perina.  
     «Dichas acusaciones son falsas —declaró el abogado de Perina, Douglas Hindley, en un comunicado emitido ayer—. El doctor Perina es un miembro muy destacado y respetado de la comunidad científica, y es su deseo que esta situación se resuelva lo antes posible para poder reanudar sus obligaciones y su vida familiar.»".

     Soy uno de los lectores encandilados por aquella terrible historia narrada en Tan poca vida, lo reconozco: me angustió, me encantó. Por eso tenía ganas de leer la primera novela de su autora. Hoy traigo a mi estantería virtual, La gente en los árboles.
     Conocemos a Abraham Norton Perina cuando ya está en la cárcel por abuso y violación. Antes de eso había ganado un Premio Nobel. Y antes de eso, en el año 1950 Perina se unió a una expedición a una isla de la micronesia. Allí descubriría la longevidad extrema de los nativos y, fruto de sus investigaciones vendría el Nobel. Hoy escribe su historia desde la cárcel y se la va enviando a Ronald Kubodera, quien fuera su asistente y cree incondicionalmente en la inocencia de Perina. Kubodera será quien transcriba la historia de Perina para el lector, completándola con anotaciones propias.
     En 1976 el Dr. Gajdusek ganó el Premio Nobel por identificar una enfermedad mortal en una tribu de Papua Nueva Guinea. Años después volvería a las páginas de los periódicos debido a su encarcelamiento por abusar sexualmente de niños nativos que había adoptado. Sobre esta base construye Yanagihara su novela La gente en los árboles, una historia de ficción pese a este apunte que acabo de hacer.
     Lo primero que descubrimos en la novela, es la adoración que Kubodera siente por el que será nuestro protagonista, Perina. No duda en ningún momento de su inocencia, y tampoco duda en cargar contra quienes le declaran culpable, ya sea la sociedad, la prensa o el jurado de personas intelectualmente inferiores al acusado, lo que cataloga de humillante. Sin embargo no tarda en ser Perina quien tome la palabra al relatarnos sus memorias, quedando Kubodera como simple anotador en su papel de mejorar la imagen que el propio Perina va dando de sí mismo hasta terminar por revelarnos de este modo todos sus pensamientos sobre él.
      Yangihara construye de este modo una novela compleja pero de lectura fácil en la que se mezclan acusaciones explícitas que son casi dejadas de lado hasta la última parte, con otras que vamos descubriendo a medida que Perina avanza en su relato.
Perina se descubre como un hombre cruel ya desde joven, ni siquiera la noticia de la muerte de su madre parece conseguir que llore. Juez duro e inflexible del mundo en el que vive muestra una atracción por la medicina ya en su infancia. Y el lector, a su vez, nota un rechazo a su personalidad. A medida que el relato avanza, llegamos a la prometida expedición en la que comenzará su carrera al Nobel. Pero hay mucho más en la novela de Yanagihara. Y es que, esa isla maravillosamente inventada y llena de detalles es el verdadero centro de la novela. Por un lado está el descubrimiento de los "soñadores", personas exremadamente longevas que pese a ir sufriendo un deterior cognitivo tremendo, se acercan a ese concepto de inmortalidad perseguido por el hombre desde el principio de los tiempos. Eso hace que Perina vea en ellos su mayor logro, su mejor meta, y decida investigar. Descubre que la longevidad se asocia al consumo de la carne de una tortuga y no duda en cazarla ni tampoco en utilizar a unos nativos en sus investigaciones. Sigue siendo el mismo niño implacable que conocimos en las primeras páginas de su relato. Pero no será lo único que descubramos sobre Perina, también está su atracción hacia uno de los miembros de la expedición (que curiosamente escribe un libro con un título que nos resultará familiar) y el rechazo por el otro. Perina comienza a retratarse como lo que realmente es y una vez más el lector es incapaz de despegar la vista de las páginas de Yanagihara.
   
     Y, sin embargo, más allá de esta historia principal, la novela es una crítica brutal a lo que hace la civilización cuando desembarca en una de estas islas que parecen vestigios de un paraíso ya pisoteado por el hombre.Los experimentos, la búsqueda de las tortugas, las industrias farmacéuticas que quieren llegar y ser las primeras en comercializar el hallazgo, la ciencia, el conocimiento... ninguno de ellos parecen pararse a pensar en el impacto que suponen en esta isla. A nadie parece importarles las vidas que están cambiando de la noche a la mañana de esas personas a las que nadie ha pedido opinión. Solo un momento en el que uno de los nativos dice apenas unas palabras en inglés observamos una reacción en Perina que yo interpreté como humana, casi de miedo. Pero bien pudo ser de orgullo, qué sabré yo. Así pues, esta novela sobre abusos trata de muchos tipos de abusos que se producen en la sociedad actual, y hace una crítica durísima a los mismos. La moralidad puesta sobre la mesa de algunos actos que se justifican o se tratan de justificar en el mundo que vivimos deja la decisión sobre este juicio no realizado en manos del lector en una novela que no busca razonar el bien o el mal, solo mostrar los hechos de una forma frontal. Y posiblemente ese sea uno de los grandes puntos fuertes de la novela.
     La gente en los árboles es un libro magnífico. Una historia contada a dos voces que en realidad es una sola con un par de protagonistas escalofriantes a ratos, diferentes e inolvidables al menos por una larga temporada. De hecho, uno cierra el libro pensando en Perina y casi puede notar su frío aliento a la hora de escribir sus memorias. Leedlo, es de esas historias a las que uno sobrevive con alguna marca; no es posible sentir indiferencia ante las letras de Yanagihara.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.

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