Revista Cultura y Ocio

La gente feliz lee y toma café

Publicado el 23 junio 2014 por Espacio Lectura Y Escritura @espaciolectura

Tras la muerte de su marido y de su hija en un accidente, Diane lleva un año encerrada en casa, incapaz de retomar las riendas de su vida. Su único anclaje real es Félix, su amigo y socio en el café literario La gente feliz lee y toma café, en el que Diane no ha vuelto a poner los pies. Decidida a darse una nueva oportunidad lejos de sus recuerdos, se instala en un pequeño pueblo de Irlanda, en una casa frente al mar. Los habitantes de Mulranny son alegres y amables, salvo Edward, su uraño y salvaje vecino, que la sacará de su indolencia despertando la ira, el odio y, muy a su pesar, la atracción. Pero ¿cómo enfrentarse a los nuevos sentimientos? Y luego, ¿qué hacer?Sinopsis del libro Editorial Alfaguara
La gente feliz lee y toma café
Agnès Martin-Lugand es una psicóloga clínica francesa que decide emprender en el mundo de la escritura, "La gente feliz lee y toma café" es su primer libro, dicha obra es autoeditada y publicada en Amazon por ella misma luego de recibir varias negativas de distintas editoriales. Esta historia se ha convertido en una de las más leídas en los últimos meses, además ya está en marcha la idea de plasmarla en el cine. Como se refleja en la sinopsis, la historia narra la vida de una familia normal formada por una pareja (Diane y Colin) y su hija (Clara). Inicialmente los tres preparan sus maletas dispuestos a salir de vacaciones, pero padre e hija deciden salir a comprar cosas que necesitaban en la tienda antes de partir, y repentinamente mueren en un accidente, a raíz de esto Diane se hunde en una profunda depresión. Por tal motivo, después de un año de encierro y aislamiento, sale en busca de un cambio y se va a Irlanda porque su esposo fallecido siempre había querido ir a ese lugar, allí conoce a Edward y comienza con él una relación de amor-odio que no finaliza de la manera esperada. En principio debo decir, que el título del libro me cautivó totalmente, pero también debo reconocer que no es lo que esperaba. Se podría decir que cuando de libros se trata, tampoco es recomendable fiarse por las apariencias. Particularmente, guiándome por el título, pensaba encontrarme una historia de gente salvada por el poder de la literatura o una descripción de cómo las personas pueden ser felices con cosas como beber café y leer, pero no fue así. Quizás, lo que más me desconcertó es que yo me ubico dentro del grupo de personas que disfrutan leyendo y tomando café, y por tanto pensaba que la identificación sería inmediata. 

Cuando comencé a leerlo me gustó, aunque es realmente triste lo que sucede en las primeras páginas, yo ingenuamente pensé que la literatura con su poder sanador salvaría la vida de Diane, pero no sucedió de esta manera, aunque ella cuando deja París hacia Irlanda lleva unos libros consigo, pero no es un elemento muy relevante dentro de la lectura.  
Pienso que es un libro que se fundamenta en la búsqueda de la felicidad, invita al lector a descubrir o más bien redescubrir las cosas que realmente te hacen feliz. Asimismo, luego de un episodio tan traumático para la vida de cualquier ser humano como lo es perder a tu familia, la historia te lleva a pensar que existen las segundas oportunidades en la vida, sin importar lo que haya pasado anteriormente.

Quizás estoy siendo muy dura con este libro, puede ser que no sea el tipo de lectura que me guste, pero recomiendo a los seguidores de las novelas románticas porque es muy probable que la disfruten mucho. Asimismo es un libro, que a pesar de haber sido autoeditado está muy bien estructurado, con una prosa sencilla y muy fluido.  Finalmente, lo que si tengo claro es que todos los libros que pasan por nuestras manos aportan algo a nuestras vidas, y a mi me reafirmó que las dos cosas que me hacen feliz es un buen libro y una taza de café y si en la calle llueve pues aún más. Del mismo modo, este tipo de lecturas nos recuerdan que Diane puede ser cualquiera de nosotros, y que a partir de ahora debemos revisarnos interiormente para disfrutar cada segundo de vida con la gente que nos rodea, encontrando la felicidad en las cosas pequeñas que nos brinda nuestro alrededor.  Me quedé postrada un buen rato, con la cabeza entre las rodillas, antes de orientar la mirada hacia la cama. A cuatro patas, me dirigí penosamente hacia ella. Me desplomé encima y me enrollé en el edredón. Mi nariz, como cada vez que me refugiaba allí, partió en busca del olor de Colin. Había acabado por desaparecer, a pesar de no haber cambiado las sábanas en todo ese tiempo. Quería seguir sintiéndolo. Quería olvidarme del olor del hospital, de la muerte que impregnaba su piel la última vez que me había acurrucado en su cuello.                              Quería dormir, el sueño me haría olvidar. 


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