Revista Arquitectura

La geometría del vértigo | Crónicas de Nueva York | Blogs | elmundo.es

Por Arquitecturas @arquitectonico

“Hay dos elementos que el viajero captura a primera vista en Nueva York: la arquitectura “extrahumana” y el ritmo furioso. Geometría y angustia… No hay nada tan poético y terrible como la batalla de los edificios con los cielos que los cubren”.

   La observación de García Lorca, allá por 1932, sigue siendo válida por los siglos de los siglos, por más que uno conviva a diario con los “gigantes”. Algo vibra, sin duda, cuando asciendes por encima del piso 30 y hundes la mirada en el vértigo de las calles y avenidas, y tiemblas sin remedio ante el Gran Cañón de cemento y vidrio.

   “Bienvenidos a la racionalidad de la vida civilizada”, que diría Hipodamo de Mileto, el arquitecto griego que inventó la retícula urbana, llevada a la máxima exageración con las 155 calles y once avenidas numeradas de aquel ManhattanSe cumplen ahora 200 años del plano cuadriculado que catapultó definitivamente Nueva York hacia ese futuro con aristas, el mismo que provoca fervores y odios entre quienes la habitamos y la padecemos.

   “París me impresionó mucho, Londres aún más, y ahora Nueva York me acaba de noquear” (seguimos con Lorca).

Montaje de imágenes de la ciudad de Nueva York - images by Daniel Schwen , User:Sam67fr, User:Euske / Wikipedia

Montaje de imágenes de la ciudad de Nueva York - images by Daniel Schwen , User:Sam67fr, User:Euske / Wikipedia

   Allá por 1811, la ciudad era un enjambre más o menos laberíntico, no muy diferente de cualquier enclave del viejo mundo, por debajo de lo que hoy conocemos como Houston Street. Al “padre” de la retícula urbana, John Randel, le costó convencer a sus vecinos de la necesidad del tiralíneas para poyectar Nueva York hacia el norte. Más de una vez le lanzaron alcachofas y repollos en actos públicos, y en el alto Manhattan fue atacado por los perros de los indignados propietarios.

   Pero su “visión” se impuso, en el nombre del orden y de la salud. La isla de las 400 colinas, el paraíso de los indios Lenape, pasó por un proceso de “reducción topográfica” que la dejó totalmente llana e irreconocible. Se dejó un generoso “oasis” cuadriculado en el medio (Central Park), pero en el resto de la ciudad campó a sus anchas del Espíritu de la Especulación, el mismo que con el tiempo tiraría de ella hacia el cielo.

 


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