Próximo al gran monasterio manuelino de Batalha, el de Acobaça le supera en dimensiones, y ambos forman un conjunto espectacular.
Desde el punto de vista matemático nos vamos a fijar en la sala previa a los claustros recubierta de paneles de azulejos azul cobalto del siglo XVIII y que narran la construcción del monumento bajo la supervisión del rey Alfonso Henriques.
Dos de las escenas ponen de manifiesto la utilización de la geometría: dos compases y una escuadra aparecen en uno de los paneles junto a sendos grupos de trabajadores, y en otro, tanto los ángeles como los humanos realizan las mediciones y el levantamiento topográfico con cuerdas.
No debemos perdernos las ciclópeas cocinas y tampoco el reloj solar prismático de 1687, con cuatro lecturas distintas, que se encuentra en el claustro de Don Denis, encima del templete de la fuente.