Revista Sociedad

La gerencia progresista de Tussam

Publicado el 21 enero 2010 por Jackdaniels

Tras cinco largos y farragosos años de estudios económicos y financieros de alto nivel, hoy nos hemos enterado, ¡por fin!, de la verdadera causa de que Transportes Urbanos de Sevilla arrastre el nada despreciable déficit de ciento veinte millones de euros. Esta noche, todos los trabajadores de la empresa municipal y la sevillanía en general pueden dormir a pierna suelta porque al fin se ha hecho la luz.
La terrible causa, inexpugnable e invisible a cuantas auditorías se han efectuado en la empresa desde el lejano año de 1967 no es otra que los 210.000 euros que la empresa emplea cada año en ayudas sociales a los empleados y a sus hijos para paliar la matrícula escolar y proporcionar una cantidad de viajes gratuitos y que puedan acudir a las escuelas, institutos y universidades donde cursan sus estudios. O lo que es lo mismo, el 0,21% de la partida presupuestaria de Tussam es la culpable del 99,79% del déficit de la empresa. Me lo expliquen.
El causante de ese alumbramiento divino que va a salvar al Ayuntamiento de Sevilla de la bancarrota y a la ciudad del tobogán si término por el que se precipitan sus impuestos no es otro, como no podía ser otra manera, que ese lince de las finanzas y de la economía de vanguardia que es Carlos Arizaga de Pablo-Blanco, gerente de Tussam.
El mismo que cobra 0,12 euros por cada viajero que ha perdido la empresa de transportes desde que se hizo cargo de su gestión, ni más ni menos que más de seis millones en un lustro, y alma máter de ese ejemplo incalificable de planificación y gestión denominado Línea C7. Con ésta seguro que ya no hay quien le libre del próximo Premio Nobel de Economía.
Lo dice en ese documento irrepetible que pasará a los anales de la historia y que ha dado en denominar “Plan de viabilidad”. Y se queda tan a gusto. Pero lo que no dice es que dichos conceptos son retribuciones en especie, es decir, que forman parte del salario de la plantilla desde hace la friolera de cuarenta y tres años.
Tampoco explica cómo se origina un despilfarro tan descomunal, durante una negociación colectiva en la que del porcentaje de incremento de la masa salarial pactado se detrae una cantidad para destinarla a dichos conceptos. O lo que es lo mismo, es como si los trabajadores los pagaran de su propio bolsillo.
Curiosamente tampoco menciona los 25.000 euros anuales que cuestan las tarjetas especiales que regala a las Hermanitas de los Pobres supongo que como apoyo a su ingente labor social. Seguramente porque no todas las ayudas sociales son iguales a los ojos de dios. No es lo mismo ayudar al ministerio divino que a los desarrapados trabajadores y su ingente prole, que siempre ha habido clases, incluso en el cielo.
Si algo nos está enseñando esta implacable crisis es el verdadero color de las ideologías, porque ahora resulta que una gestión de izquierdas consiste en recortar, cuando no eliminar sin tapujos, las ayudas sociales a los trabajadores, las únicas causantes de la crisis planetaria que nos asola.
Sin duda el posicionamiento político más idóneo para no perder ese sillón de la alcaldía que está buscando desesperadamente inquilino.



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