
- Que es este apocalipsis de feria, este burlesque mal habido de actores improvisados con pretensión de arte? - preguntó Diogenes Pelandrun mientras tironeaba un hilo que asomaba de su choripan a Riquelme, que venia todo sonrisas después de posar como dueño de la milonga en alguna foto.
- Es la globalizacion milonguera. Antes estábamos aislados, pero desde que estamos afiliados al C.I.M hay mas gente que quiere experimentar las sensacion de visitar una milonga autentica - dijo mientras iba a sacarse una foto con una familia rubicunda
-Tan autentica como un vampiro Zulú" contestó Pelandrun.
En la pista vi como los bailarines se distendían y los buscavidas del tango volvían a sus oscuros lugares. Pensé inmediatamente en aquel al que llamaban el maestro, el mesías de la Iglesia Milonguera de los primeros pasos, cuando la emprendió a sacadas y ganchos contra los mercaderes. Mire la guia de las milongas buscando el Oriental. Afiliada al C.I:M. Consorcio Internacional de Milongas, decía entre paréntesis.
Riquelme volvió a la mesa con su traje negro, su prendedor en el que se leía MARCA C.I.M y una copa de champán hecha de hielo.
- Íbamos para atrás con la milonga. Al estar conectados con el C.I.M vienen mas visitantes extranjeros. Hasta hubo un proyecto para ser sub-sede del mundial que no me aprobaron por la pista de tierra. Pero vamos por la buena senda. Hasta consumen más que los locales"
- Se los llevan hervidos y las milanesas estan duras como momias! - Dijo Pitón Pipeta que volvía de la barra con una bolsa en la que se veía ambas delicias bailando un tango dibujados sobre el dudoso eslogan: Garantía de calidad milonguera!
- Eso es lo que más les gusta! Y las genuinas papas fritas en cono hecho de diario viejo. No damos abasto!- Cuando Pococho vuelva a la normalidad vamos a vender y vender y vender!!! - decía el mismo tipo que iba de retiro espiritual al Uritorco.
Mire las mesas de chapa, los manteles de papel blanco arreglados con poco esmero, las botellas de vino tinto con el nombre de los milongueros habitué y el cartel de reservado. Los que pisaban fuerte en la ronda, los históricos y los sobrevivientes empezaban a venir cada vez más lentos desde el fondo de su historia.
- Pero, hasta que hora hay de estos trencitos turísticos de la milongueridad? - quise saber.
- A las 11.50 pasa el ultimo. A esa hora me vienen también los que hicieron tour sacándose fotos de baile en otras milongas. Se quedan a bailar acá. Y a los viejos les parece gracioso. Tienen materia para criticar.
- Que horror. Parece una milonga para microondas esto - dijo Pelandrun - Todos estos que hay ahora se los exigen por convenio?
-No, no. Vienen solos en busca de fama y plata - Dijo Riquelme mientras se alejaba - Hay que comer muchachos, Hay que comer.
Pensé en los talleres literarios, en los cursos, en todas los poemas vendidos para pagar la comida, en las paginas escritas sin esponsor ni mecenas. En la habitación en el hotel Tenebrario, mi nuevo hogar llena de prosa sin recompensa.
Mire con tristeza la pista apisonada, los principiantes, los bailarines medianos que hacían postura sin sentir. "Próxima tanda: D´arienzo para principiantes"- ironizo Piazzolla. En la pantalla dos osos con sombrero bailaban. En la pista se dio el mismo despliegue, las mismas parejas en pose, los borrachos desarreglandose el pelo y haciendo gárgaras, los bailarines con los bolsillos llenos de tarjetas ofertando shows y clases en turno de oficina. Y luego que los turistas se fueran con el tren, los choripanes precocidos y las poses recalentadas, los viejos milongueros se pararon en la pista, la normal suciedad volvió a brillar, el baile se transformo en un compromiso fugaz, compartido y serio, los castigados "Titanes de la Milonga" volvieron a dolerse de sus miserias en el ring mal clavado gancheandose por turnos, los muchachos que juegan a la pelota detrás de la parrilla comenzaron a jugar en serio y la milonga se volvió otra vez un territorio lleno de miradas y sentido, un organismo vivo respirando en el resuello de anhelo y pecho, una presencia llena de esencias jugando a ser un animal esquivo que cada tanto da tarascadas a la pose y al habito obligandote a dudar de todo y a renovar el mismo encanto misterioso que una vez te hizo calzarte los zapatos y no abandonarlos hasta que solo son un trozo de cuero y suelo lleno de recuerdos.
Un grupo de farsantes aprovechaba la lentitud del tren para subirse en el ultimo vagón.
El circo milonguero se iba del Oriental a desplegar sus pistas a otro lado.