¿Qué hubiera sucedido si Colón, en su primer regreso a Europa, nunca hubiera dicho nada acerca de lo que observó en las costas de América? Tal vez, después de un tiempo, arrepentido, al contárselo a alguien, hubiera sido el objeto de una burla dolorosa. Nadie creería lo que había visto, y que prefirió no decirlo por lo hermoso que era. Nadie creería tal sandez.
Ahora, es contradictorio asumir que un secreto lo seguirá siendo después de compartido, pero no, varias formas de transmisión, por el contrario, magnifican su significado. Machen nos cuenta la historia del nacimiento de los bardos de una forma hermosa: el emperador Eos Amherawdur, que tenía un reino grandioso, pero inaccesible a los hombres, sufre porque ellos no pueden acceder al gozo y el encanto de los cantos de sus huestes, entonces decide transformarse en un pequeño pájaro que entone estas bellas melodías y lleve el canto al reino de los hombres. ¿Qué sucede?: "(...) Y todos los otros pájaros dijeron: "He aquí un desconocido despreciable" El águila no lo consideró siquiera digno de ser una presa apetecible; el cuervo y la urraca lo motejaron de simplón; [...] En suma, nunca existió nadie tan despreciado como lo fue Eos por todo el coro de pájaros. Pero los hombres sabios oyeron el canto que provenía de las regiones encantadas, y se quedaron escuchándolo toda la noche bajo la rama, y fueron los primeros bardos de la Isla de Bretaña " (pp. 168-169).
Tal vez Colón se hubiera convertido por buen tiempo en motivo de leyenda. Su secreto habría sido transformado en una obra de ficción recordada por muy pocos. Después, cuando nuevos aventureros descubrieran la realidad, dirían que la ficción de Colón habría cobrado vida. Su secreto, su gloría íntima, justificarían la creación de un nuevo mundo.
A Arthur Machen lo rodea un halo de misterio. Sus obras, dicen sus lectores, generan una sensación que no es fácil de expresar, algo sobre lo "intangible". Con La gloria secreta, bien podemos acercarnos al significado de este misterio.