La pregunta a esta altura no nos es indiferente ¿verdad? Creo que absolutamente todos los seres humanos en determinado momento de nuestras vidas nos hemos preguntado el por qué la palabra “gorda” trae connotaciones no tan buenas, para algunos incluso molesta y desagradable mientras que la palabra “flaca” no causa, aparentemente y para la mayoría de la sociedad, ningún problema. Cuando, es de conocimiento básico y mundial que ambas son adjetivos. Solo eso. Ad-je-ti-vos
Ahora, no solo ser gorda aparentemente es la peor cosa que te puede pasar en tu vida, sino que existe una fobia llamada “gordofobia”
¿Qué es?
En términos generales, es la discriminación que reciben las personas consideradas gordas en esta sociedad, las cuales muchas veces son ridiculizadas y se les imponen trabas a la hora de llevar una vida normal, ya sea desde encontrar trabajo a una talla de ropa adecuada y, en determinados casos, hasta pareja estable.
Si buscas #gordofobia o #stopgordofobia en Twitter podrás encontrarte con montones de usuarios que emplean esos hashtags para contar experiencias vividas con su sobre peso, para defender la causa o para indagar más en el tema; desde un médico que se defiende a sí mismo ante las personas que le dicen que “no puede ser médico y gordo” hasta la chica con panza y sobre peso que se encuentra perfectamente saludable y realiza ejercicio varias veces por semana.
Podemos estar de acuerdo en que la obesidad es un problema de salud, como muchos otros, y que -como tal- es necesario prevenirla e intentar controlar su aparición. No obstante, esto no justifica toda la estigmatización hacia las personas con sobrepeso.
Lo importante es la salud, sí. Pero cuando se está discriminando a una persona perfectamente saludable pero físicamente “gorda” realmente se están preocupando por valores estéticos totalmente erróneos.
¿Alguien se acuerda de las Venus Paleoliticas? Esas figuras femeninas tan hermosas y con todas sus curvas bien pronunciadas. Su nombre se debe a que tras los primeros descubrimientos se sostenía que estas estatuillas encarnaban el ideal de belleza prehistórico. Una belleza en donde no se castigaba a las mujeres por tener curvas, por tener unos kilos de más, sino que se las trataba con todo el amor y respeto posible, dándolas incluso de ejemplo para el resto de la sociedad.
Tal vez es solo cuestión de mantener una mentalidad más abierta. De darse cuenta, de una vez por todas, que las personas no son sus cuerpos, no son sus caderas, sus estrías, sus celulitis. Una persona no es un número en la báscula ni las dietas que realiza. Una persona es su esencia, es todo lo que lleva en su cabeza y en su corazón. Tenemos que aprender a valorar lo que realmente vale y descartar todo lo absurdo.