Revista Cultura y Ocio
" Un día me preguntaste qué me gustaba leer y dije que no lo sabía. Te respondí lo que siempre se dice: yo no soy de leer. Al día siguiente, envuelto en papel de regalo, me trajiste un ejemplar de El largo adiós de Raymond Chandler. Lo devoré."
Hay gente que lee y gente que no. Hay libros de todo tipo, los que cansan, los que aburren y los que se devoran. Algunos, la mayoría, se narran siguiendo un orden cronológico de principio a fin. No es el caso. En La gota contra la primavera, Mario de los Santos narra una bella historia de amor desde varios puntos de vista cronológicos. En sus páginas nos encontramos con un partido de fútbol entre los chavales de dos pueblos que da el pistoletazo de partida a una vida. Todos tenemos algún día que fue el comienzo de algo en nuestra vida. Y en este caso, es el partido. Un partido que vamos leyendo a lo largo de la novela, salpicado de otros recuerdos, y de algunos presentes. Es un libro de recuerdos y de sensaciones, narrado en una primera persona que recuerda a veces en tercera como quién ve una película. Es curioso, a mí en los recuerdos a veces me pasa lo mismo. Es como una película que pasa ante nuestros ojos. Una vez leí que es culpa del cine, que antes no se recordaba igual, que los recuerdos no eran cinematográficos. O quizá sí pero no tenían las palabras que necesitaban. Son los recuerdos de un amable anciano los que nos llevan de la mano por toda la novela, a través de sus ojos vivimos las heridas de la guerra civil, el amor adolescente, la separación, el nacimiento de los hijos, los ojos cansados que se posan en la nieta de dieciséis años que siempre cuenta con la complicidad del abuelo, el amor a la literatura y finalmente la resignación ante una muerte que se sabe cercana. Es todo lo que desearíamos en nuestra vejez, mirar con perspectiva una vida bien vivida, exprimida y entender que en cada momento hemos hecho lo que deberíamos. La conciencia tranquila, esa que te permite dormir de tirón toda la noche y te hace cumplir años con alegría. Siempre he pensado que cada uno elegimos en cierto modo cómo vivir y cómo morir, y la sensación que La gota contra la primavera te deja es de paz y tranquilidad. Gusta mirarse en los ojos del protagonista. Gusta saber que aunque su vida pese a la dureza supo vivirla que es algo que no se estila.Es un libro que despierta sensaciones y encontrar autores que te despierten sensaciones y que gusten no es tan fácil en un mundo lleno de publicaciones, sinceramente muchas que apenas despiertan sensaciones o interés. Yo lo he disfrutado, mucho, ustedes... pueden hacer lo que quieran, acercarse a sus palabras o no.
Si les sirve mi opinión, acérquense y disfrútenlo.
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