Como ya he comentado varias veces, la economía de los países occidentales se enfrenta a una situación de rebaja generalizada del ratio de endeudamiento a todos los niveles: personas, empresas, bancos y gobiernos. Y eso provoca gran parte de los problemas que padecemos.
Las personas deben ahorrar más para reducir sus deudas.
Las empresas deben aumentar sus fondos propios, saliendo a los mercados financieros y prescindiendo de los bancos.
Los bancos han de mejorar el ratio entre sus créditos y su capital, ya sea aumentando el capital (que será complejo) o reduciendo o congelando sus créditos, por eso las empresas se quejan de que la banca no da créditos.
Los gobiernos de los países desarrollados han de eliminar o reducir sus déficit fiscales, porque los prestamistas no están dispuestos a seguir prestándoles si no lo hacen. Tienen poco margen para aumentar impuestos, ni su crecimiento será suficientemente grande para elevarlos, por lo que habrán de recortar gasto público. En definitiva las sociedades europeas y desarrolladas en general van a ir a menos. Habrán de aceptar una grave degradación de la sociedad del bienestar. Es injusto para los ciudadanos (en especial para las nuevas generaciones), pero inevitable.
En los próximos años veremos ir hacia arriba a las sociedades emergentes, y abajo a las de los países desarrollados. Vamos hacia un mundo más homogeneo hacia finales de este siglo. Mientras tanto, quienes quieran prosperar habrán de contar con ellos. La primera China. Apuntaban que se van a construir 7 millones de viviendas anuales en los próximos 5 años en China. Aquí nos sobra capacidad (empresas, arquitectos, empleados) en ese sector. Allí les falta…