Revista Política

La gran estafa farmacéutica

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Como si de una La gran estafa farmacéuticaTeoría de la Conspiración se tratara, con razón o sin ella, la verdad es que todo el oscurantismo que rodea las actividades empresariales de la Industria Farmacéutica me pone los pelos de punta. Llevamos años oyendo hablar de ensayos ilegales con animales e, incluso, con humanos, pero también de artimañas más que cuestionables sobre su manera de abrir nuevos “nichos” de mercado.

No lo puedo evitar y cada vez que pienso en ello tengo una sensación de cabreo y ansiedad; aderezada de miedo e impotencia. Sobre todo porque creo que muchas de las cosas que leemos por ahí sobre sus modus operandi son sólo la punta del iceberg.

Precisamente esta semana pude leer en El País un artículo titulado “Medicamento busca enfermedad”, en el que la autora aborda cómo las Farmacéuticas articulan campañas de marketing para dar salida a medicamentos que ya no venden ni en el rastro; utilizan técnicas moralmente cuestionables para vendernos productos que realmente no necesitamos y que, como todos los fármacos, pueden ser perjudiciales para nuestra salud.

Hasta ahora teníamos claro, como muy bien se refleja en la película “El jardinero fiel”, que muchos de estos grandes emporios carecen de escrúpulos a la hora de hacer ensayos ilegales de nuevos medicamentos. Ahora, parece que se está dando un paso más allá y la última moda consiste en vender ansiolíticos a niños y estimuladores sexuales a personas que no lo necesitan.

En pocas palabras, crean primero la necesidad (en este caso la enfermedad), para ofrecer después una solución que no lo es. Todo para dar salida al stock de medicamentos con los que no han obtenido el volumen de ventas que ellos esperaban.

Ante todo esto no puedo evitar preguntarme en manos de quién estamos. Y como ya llevo todo este rato sin hablar de la crisis, me planteo por qué no empezamos a luchar contra estos poderes desde la base, desde los espacios en los que sí podemos hacer algo… Por qué no pelemos para que nuestro Gobierno haga las reformas necesarias para, por ejemplo, evitar que me vendan 40 pastillas de un medicamento cuando sólo necesito 20 o para que los fármacos que no necesitan receta se puedan vender en los supermercados… ¿Alguien ha oído hablar nombrar estas opciones como medida de ahorro que contribuyan a garantizar la tan nombrada sostenibilidad del sistema sanitario público? ¿Por qué sólo vale el copago de los usuarios y no el copago de una industria que ha contribuido a levantar importantes fortunas?


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