Revista Opinión

La Gran Familia y el Pequeño Estado

Publicado el 22 julio 2014 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave

Esta semana el mundo conoció al albergue mexicano “La Gran Familia”, en el que más de 500 personas vivían en condiciones infrahumanas. Su regente, “Mamá Rosa”, fue liberada porque era “demasiado vieja para ser juzgada” y aunque no hayan resuelto este caso, las autoridades están esperando encontrar otros centros de este estilo. ¿Qué pasa en México para que pasen estas cosas?

 

Hogar La Gran Familia, en Zamora (Michoacán). AP.

Hogar La Gran Familia, en Zamora (Michoacán). AP.

Cuando los llamaron para hacer el allanamiento, seguramente los policías de Zamora no esperaban encontrarse con semejante escena. Seis bebés, 154 chicas, 278 chicos, 50 mujeres y 109 hombres viviendo en condiciones de zoológico. Algunos de ellos, detrás de barrotes. Otros, violados y golpeados. Todos mal alimentados: diez de ellos a un punto que no se podía determinar su edad.

La denuncia llegó de algunos de los padres que dijeron que no se les permitía visitar a los chicos en el hogar. Los mismos padres que meses atrás habían dado el consentimiento – un papel, manuscrito – para que La Gran Familia se hiciera cargo de sus hijos (porque acarreaban problemas de adicciones, vandalismo o simplemente porque no tenían para alimentarlos).

Cuando el caso tomó relevancia nacional, la policía detuvo a los cuidadores. La cara visible fue Rosa Verduzco, alias “Mamá Rosa”, una señora de 79 años que aparentemente dedicó su vida al cuidado de otros, pero que perdió el control de lo que pasaba bajo el techo de su hogar por un “transtorno senil” (o al menos eso es lo que opina la fiscalía que la sobreseyó y muchos de los habitantes de Zamora que defienden su inocencia).

Rosa Verduzco

Rosa Verduzco

Más allá de la culpabilidad o no de Verduzco, el caso resuena y hace que surjan algunas preguntas: ¿Nadie vio nada antes? ¿Las autoridades de niñez no detectaron la adopción irregular de un enorme número de chicos? ¿No hay vecinos que denuncien? ¿Por qué los encargados de la investigación ya anunciaron que cuentan con la aparición de otros centros clandestinos como este?

La respuesta puede venir por el lado de la marginalidad. Los índices de pobreza y desigualdad mexicanos lideran los ránkings de Latinoamérica, lo cual ya es decir mucho, y esto nos da alguna pista de cómo un hogar puede tener semejante superpoblación y que los padres – o en su defecto, los albergados – no puedan hacer nada para cambiar la situación en la que viven los niños. Tal vez  pensaron que en el hogar tienen al menos un plato de comida que afuera no tendrán.

Pero además del drama de la pobreza, hubo un Estado, una serie de funcionarios municipales, estatales y nacionales que miraron para el costado o no hicieron bien su trabajo.

Y es que México tiene una incidencia de corrupción altísima: por cada 100.000 mexicanos, 24.724 han registrado un hecho de corrupción en pagos, trámites y solicitudes de servicios públicos, así como otro tipo de contactos con servidores públicos durante el año pasado.

Para hacerlo más gráfico: la corrupción es tan alta en México que un alcalde se presenta en un acto comunal y dice a viva voz que robó a las arcas estatales “pero poco” (¡Valga la salvedad!) y en lugar de lincharlo… ¡lo aplauden!

Así, un país en el que un Sr. Intendente dice que da su dinero al pueblo a través de la celebración de suntuosas fiestas de cumpleaños (para él), difícilmente pueda sostener los mecanismos de control que aseguran una niñez feliz y una infancia protegida para los chicos que menos tienen.

Y volviendo al caso de Zamora, la ciudad está condenada por su geografía, ya que se ubica en uno de los 10 estados más corruptos de México.

Michoacán es la cuna de Los Templarios, un cartel muy fuerte en el país norteamericano, que sigue actuando con ayuda de gran parte de la cúpula de la gobernación. Por lo tanto son instituciones corruptas y sometidas a los deseos de los líderes narcos.

Lamentablemente, el bienestar de la niñez no es una prioridad para Los Templarios.

México, condenado por sus índices de corrupción, muestra otro caso que es síntoma de la gravedad a la que llegó el abandono estatal. Para terminar, quiero cerrar esta reflexión con un tema de Molotov escrito hace varios años pero que sigue tan vigente como siempre. Seguramente lo conocen.


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