Señalar al banquero como el gran culpable de los desastres de España es un engaño y una estafa del poder político, interesado en que no se culpe a los políticos, los verdaderos y principales responsables del gran drama que está viviendo nuestro país y buena parte del mundo. Los banqueros no son santos, ni están libres de culpa, pero, comparados con los políticos, casi parecen ángeles. ---
La última reforma financiera del gobierno de Rajoy, por su dureza y profundidad, ha puesto de rodillas a los bancos españoles, que no se esperaban un incremento tan grande de las provisiones y garantías. Esa reforma, que obliga a la banca a sacrificios muy dolorosos, demuestra que la tesis inventada y difundida por la izquierda de que los banqueros son los que dominan el mundo y los principales culpables de la actual situación de crisis es una burda falsedad.
La del "banquero culpable" es, probablemente, la mentira mejor forjada y más oportunista de la izquierda. Decir que son los banqueros los que mandan y los principales culpables del actual drama de España es una falacia en toda regla, inventada para liberar a los verdaderos culpables del desastre, los políticos, de la merecida y justa ira popular. Los banqueros no son santos, pero existe la ley para controlarlos, una ley que el gobierno no utiliza ni para frenar a la banca, ni para erradicar la delincuencia, ni para acabar con la corrupción y la violencia.
No existe en el mundo un sector mas regulado y vigilado por el poder político que las finanzas. Ni un sólo producto financiero puede salir al mercado sin la aprobación de los órganos reguladores, bajo control político. Ningún banco puede vender un producto o aprobar sus cuentas sin la autorización de los bancos centrales. Si miles de personas han sido engañadas con ese producto basura llamado "participaciones preferentes" y si el mundo ha sido inundado con una lluvia intensa de "activos tóxicos" es porque los políticos, cuyo deber era vigilar al sistema para que no cause daños a la economía y al ciudadano, no ha cumplido con su deber.
Los incautos, azuzados por los activistas de la izquierda, culpan ingenuamente a los banqueros de problemas cuyos únicos culpables son los políticos, liberando así de culpa a la clase política, que es la verdadera plaga y la peor pesadilla para el pueblo desde hace milenios.
En tiempos de Zapatero, la hábil propaganda del PSOE consiguió que las protestas sindicales se dirigieran más contra la banca que contra el gobierno socialista, principal culpable del desempleo masivo, la pobreza y la injusticia generalizada.
Que le pregunten a los encarcelados Mario Conde y Javier de la Rosa o al recién dimitido Rodrigo Rato si los que mandan son los banqueros o los políticos. Que se lo pregunten a los cientos de banqueros que han sido destituidos y juzgados en todo el mundo por sus errores en la gestión de la crisis, una crisis que apenas ha provocado juicios de políticos, a pesar de que ellos eran los grandes responsables de los estragos.
La reforma financiera aprobada por el gobierno de Rajoy el viernes 11 de mayo obliga a la banca española a realizar esfuerzos muy dolorosos y costosos para reforzar sus garantías, provisionando miles de millones de euros que tendrán que salir de sus propios beneficios, del bolsillo de sus accionistas o pedirlos prestados al Estado, que los entregará a cambios de intereses altos, cercanos al 10 por ciento, castigando duramente el valor de los bancos y condenando a los accionistas a ejercicios sin beneficios. Si después de ese duro castigo al sistema todavía hay ingenuos que creen que son los banqueros y no los políticos los que mandan, es porque les interesa propagar esa burda mentira, cuyo único fin es preservar de la merecida ira popular a una casta política que es merecedora de desprecio y castigo por sus errores, arbitrariedades, corrupciones y fechorías.
El principal rasgo del Estado actual es la concentración desproporcionada y antidemocrática de poder en manos de los gobernantes y de la clase política en general. Es un fenómeno viejo, quizás tan viejo como la Historia, pero que en el siglo XX alcanzó proporciones desmesuradas y muy peligrosos. El Estado se hizo tan fuerte que aplastó al ciudadano, lo sometió, lo anuló y hasta lo asesinó en masa. Los estados mataron en el siglo XX a mas de cien millones de civiles en todo el mundo, siendo los más asesinos aquellos que concentraron más poder, empezando por la China de Mao, seguida de la URSS de José Stalin y de la Alemania nazi de Adolf Híler.
Pero no fueron esos los únicos países que practicaron el asesinato de civiles y la eliminación étnica y la ingeniería social más cruel en ese siglo XX aterrador, que pasará a la Historia como "el siglo del Estado". Países aparentemente democráticos como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y otros muchos cometieron crímenes en América Latina, Vietnam, África, Asia y la misma Europa, donde los Balcanes fueron testigos de asesinatos masivos de una crueldad demencial.
Aquel Estado asesino es el mismo que hoy nos gobierna en el siglo XXI. Ha aflojado la presión, pero sigue siendo igualmente poderoso y está dispuesto a resistir las demandas y anhelos del pueblo marginado con sus fuerzas policiales, manteniendo el férreo control del poder. Ese Estado, que ha traicionado la democracia incumpliendo sus normas y dinamitado sus controles y cautelas hasta convertir la democracia en una sucia oligocracia de partidos, afirma ahora que son los banqueros y no los políticos los culpables del drama de un un mundo cada día más injusto, desigual, desprotegido y corrompido.
La mentira del político que sigue los dictados de la banca es tan burda que sólo los descerebrados y abducidos por el poder se la creen ¿Hay algo más ridículo que pensar que los que tienen bajo control las leyes, los ejercidos, la policía, las armas, los servicios de inteligencia y cientos de miles de servidores va a dejarse dominar por una pandilla de banqueros, a los que el Estado podría borrar del mapa sólo aprobando un par de leyes?.
Mucha gente no es capaz de ver que si los desahucios de producen no es porque los banqueros sean implacables e inmisericordes, sino porque los pérfidos políticos han aprobado en los parlamentos leyes que los permiten y que si los créditos bancarios no llegan a las empresas y familias no es porque los bancos los nieguen, sino porque el Estado les exige operaciones de solvencia garantizada y porque los gobiernos acaparan todo el dinero disponible en los bancos para mantener su costosa e inútil maquinaria de poder.
Sin duda, la mentira del "banquero culpable" es la mejor forjada por el poder político, la más eficazmente difundida por la propaganda y la más burda y estúpidamente creída por los ciudadanos abducidos y engañados en estos tiempos de engaño y mafia.