El mundo está a la espera de que Europa resuelva su gran problema de fondo: creerse que verdaderamente es un bloque económico (¡y político!) sostenible. Capaz de soportar una moneda común y compartir unos valores comunes. O se demuestra de una vez esa capacidad, o se desmorona la Unión Europea y con ella el euro y toda la economía europea pasa un período de depresión profunda, que contagia a todo el planeta.
¡Esa es la gran cuestión! ¡Y los grandes perjudicados en caso de que se rompa el bloque son los países PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España)!
Mientras tanto, los mercados hacen apuestas. Cuando son favorables, suben las bolsas y bajan las primas de riesgo. Cuando las apuestas se giran, caen los mercados y suben las primas. Así llevamos meses e incluso años.
En el fondo, tal como vengo repitiendo en este blog, los PIGS (e incluso Francia) están pasando un examen: la ORTODOXIA FISCAL. Una ortodoxia entendida desde la perspectiva germánica, que exige un cambio en la estructura pública de modo que el gasto se reduzca drásticamente y los ingresos aumenten en lo posible, de modo que las finanzas públicas se hagan sostenibles. Todo ello enmarcado en un programa de mayor alcance: la Unión Fiscal dentro de la Unión Europea.
La alternativa: salirse (o que los echen) del euro (y de la Unión Europea, quizás).
¿Le interesa a alguien que eso pase? NO. Pero, ¿puede pasar? SI. Si los políticos (y los ciudadanos) de los PIGS no aceptan hacer lo que deben hacer, que es asumir otro modelo social, económico e incluso político. Y en esas estamos…
(Va para largo)
¿Mientras tanto las empresas y las personas qué han de hacer? Hacer sus deberes. Anticiparse al nuevo escenario que se va a imponer y prepararse para ello: formarse, innovar, internacionalizarse, ahorrar, capitalizarse, adelgazarse de todo lo superfluo, y, en definitiva, sacrificarse y espabilarse.
Papá Estado es pobre, muy pobre.