ne autre affaire? Los franceses no podían creerlo. Apenas comenzaban a enfriarse los ánimos entre dreyfusardsy antidreyfusards, (1) un escándalo político y financiero sacudía el país y amenazaba nuevamente los cimientos de la Tercera República: Mme. Humbert, pariente de un renombrado político, dueña de una fabulosa fortuna, anfitriona del tout Paris de la Belle Époque y referente de la elegancia y el buen gusto…había engañado a todos por veinte años. Su estafa superaba los cien millones de francos. Era 1902.
Thérèse no había nacido entre cojines y sedas. Pero en su infancia campesina y miserable; en el pequeño Aussone, supo imaginar cómo sería esa grande vie donde las niñas no tenían que mendigar y engañar para comer. Y se soñó una vida de riqueza.
El primer capítulo de su novelesca peripecia vital ocurrió cuando era lavandera en la casa de Humbert, alcalde de Tolouse. Allí conoció a Frédéric. El hijo del político francés era poeta. Escuchó fascinado las historias que la criada Thérèse le contaba sobre su origen noble y un castillo heredado. Se casó con ella. Pero lejos de lo que se pueda suponer, Frédéric no fue la primera víctima de la célebre estafadora. Au contraire, se convirtió en cómplice.
Los recién casados Humbert se trasladaron a París y Thérèse comenzó a paladear la “douceur de vivre” por primera vez. Los jóvenes vivían más allá de sus medios, cenaban en lujosos restaurants, tenían los mejores asientos en el teatro y compraron una fabulosa propiedad en la Avenue de la Grande Armée. El sueño de la pobre campesina y su castillo propio, comenzaba a ser real, tanto como las grandes deudas y préstamos contraídos con ingeniosas mentiras. Su estatus social también crecía junto al nuevo cargo del patriarca Gustave Humbert, su suegro y flamante Ministro de Justicia Francés.
Pero la insigne fabuladora aún no había realizado su chef-d'œuvre. Muchos fraudes pequeños apenas mostraban su talento, y ella iba por todo lo que la vida puede ofrecer. Cuando los acreedores comenzaron a impacientarse, inventó la herencia Crawford. (2)
Nuestra estafadora guardó el supuesto “testamento” en una caja fuerte a prueba de fuego. Con gran publicidad, un magistrado actuó como notario, declaró legal el procedimiento y selló con cera caliente el armazón. La puesta en escena fue un éxito y la actuación de la Humbert impecable. Sus viejas deudas se desvanecieron y comenzó a gastar a cuenta de la imaginaria herencia. Aparecieron yates, mansiones en el campo, empresas fantasmas y miles de esos sombreros horribles con frutas y plumas que la mujer adoraba. Los banqueros, modistos y joyeros se disputaban el privilegio de hacer negocios con Mme. Humbert y las damas de sociedad mataban por su amistad.
La historia por supuesto, terminó en un impresionante drama. Los acreedores sacaron cuentas y notaron que la supuesta herencia no alcanzaba para cubrir todos los préstamos. Thérèse huyó junto a su familia a Madrid, la pescaron, juzgaron y sentenciaron a cinco años de trabajos forzados. Hubo un juicio muy publicitado, funcionarios de gobierno implicados en el escándalo, muchos suicidios, varios asesinatos, distinguidos hombres y mujeres perdieron toda su fortuna y miles de pequeños acreedores e inversores se arruinaron. La caja fuerte fue abierta y en su interior se encontró un ladrillo y medio penique inglés.
Gran parte de la vida de Thérèse Humbert parece salida de la Naná de Émile Zola( si podemos imaginar una Naná sin el sexo). Aunque la llamada “Estafadora del Siglo” desafió el cliché literario: no tuvo una especial belleza, pero le sobró imaginación.
Teresa, “una pobre diablesa, una espesa portera convertida en reina de París por la influencia del dinero. Es la Nuestra Señora del Capital. Callados, avergonzados, cuando no traidores, están los que ayer, periodistas, banqueros, políticos, nobles, la adulaban. Hoy se ocultan, no la quieren reconocer, los que recibían los favores de sus cheques ó se sentaban á su mesa, ó jugaban al lawn-tennis con sus dos vírgenes familiares”
”. ¿Y el esposo, Frédéric? “Federico es el poeta, es decir, no sirve para nada. ... Pobre Federico, no tiene cerebro; es Polichinela. Tiene cerebro nada más que para rimar y soñar, inútilmente”Rubén Darío – “Artículos de París” 1903
Cuando Thérèse salió de la prisión, emigró a los Estados Unidos y murió en Chicago, en 1918. El destino de su esposo es todavía, un misterio.
1. Partidarios y opositores a Dreyfus
2. El Cuento de la Herencia Crawford: Hacia 1879 Thérèse viajaba en un tren y escuchó gemidos en el compartimiento siguiente. Alarmada, la mujer acudió prontamente a socorrer a un hombre que estaba teniendo un ataque al corazón, y lo salvó…con sus sales. Se trataba del millonario estadounidense Robert Henry Crawford. Agradecido como pocos, Crawford había nombrado a Thérèse única beneficiaria de su herencia (cien millones de francos) y se murió dos años después. El Testamento tenía sí, una condición: la hermanita menor de Thérèse debía casarse –a su mayoría de edad- con un sobrino de este millonario. Hasta entonces no se podía disponer del dinero.
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