Revista Historia

La Granvia de L'Hospitalet, breve historia de una vía de y para Barcelona

Por Ireneu @ireneuc

Cuando Ildefons Cerdà diseñó su plan de ensanche de Barcelona (el conocido Eixample), uno de los ejes principales que diseñó fue una vía que, yendo desde el Besós hasta el Llobregat, vertebrara de forma horizontal la nueva ciudad que se iba a construir. De esta forma, la Gran Vía de les Corts Catalanes se convirtió en una avenida con proyección más allá de los límites del municipio barcelonés. Sin embargo, no fue hasta 1928 que la Gran Via alcanzó el límite con L'Hospitalet, momento en el que, atravesando la Marina hospitalense ( ver El Samontà y la Marina, el desconocido origen del alma de L'Hospitalet) y pasando a galope sobre los fértiles campos que hasta entonces formaban el futuro trazado, el Ayuntamiento de L'Hospitalet -con fondos propios- la llevó hasta el río Llobregat. Y es que, el futuro desarrollo del aeropuerto de Barcelona en terrenos del Delta del Llobregat (el lugar exacto no se tenía muy claro, ver Barcelona-El Prat o el pelotazo que casi ubica el aeropuerto en L'Hospitalet) ya hacía vislumbrar las necesidades de comunicar rápidamente la capital con el nuevo medio de transporte, más allá de los antiguos caminos que llevaban bordeando los cultivos.

De esta forma, el primer tramo prolongado en territorio de L'Hospitalet fue desde la Riera Blanca hasta la actual plaza Europa; un tramo de 880 metros que costó 682.179,20 pesetas (4.099,97 euros al cambio de hoy día), pagadas en 4 años entre 1929 y 1932 gracias a un crédito pedido por el consistorio hospitalense. El resto de la vía (que toma el nombre de Granvia en territorio hospitalense) hasta el lecho del río se terminó a finales de los años 40, llegando al punto donde la antigua carretera del Prat cruzaba el río por el Pont de les Voltes y que había sido volado por las tropas republicanas en 1939 en su retirada ante el avance del ejército franquista. En 1954 sería conectada con la recién construida Autovía de Castelldefels (actual C-31).

En la actualidad, la Gran Via a su paso por L'Hospitalet -de 4 km de longitud, en buena parte soterrados- ha pasado a ser la gran arteria de entrada a Barcelona desde el sur. Esto significa que, a pesar de que la administración local ha intentado aprovechar el poderoso empuje de esta avenida para desarrollar los terrenos adyacentes con comercio, industrias y servicios ( ver Granvia Sud, historia del barrio sacrificado a los intereses de Barcelona), la realidad es que se ha convertido en una colosal infraestructura que, centrada única y exclusivamente en las necesidades de la todopoderosa Ciudad Condal, ha crecido totalmente de espaldas a las necesidades reales de la población hospitalense.


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