Un nuevo lenguaje
Mi María Victoria nos sorprende todos los días con nuevos aprendizajes, gestos, palabras, juegos, ocurrencias y travesuras. Se encuentra en esa edad maravillosa en la que día a día descubre un poco más del mundo, y me encanta acompañarla en este proceso. A veces demanda más de mí, a veces me exige su propio espacio, a veces busca mis brazos, a veces me expulsa para estar en los de su papá. Su rutina está llena de primeras veces mágicas y maravillosas que me invitan a sentirme niña otra vez, a recordar mi infancia, para así poder ser mejor compañía para ella.Entre sus múltiples aprendizajes está, por supuesto, el lenguaje. Pero ese lenguaje no solo está formado por palabras, sino también por gestos, gritos, sonrisas y risas, abrazos y besos.
De todo lo que hace, me encantan y me sorprenden fundamentalmente tres cosas: la primera: cuando le hacemos alguna broma, alguna cara graciosa, le cantamos o la hacemos reir de algún modo, sacude la cabeza de un lado al otro, sonriendo, y se coloca una o ambas manos sobre la cabeza o tapándose los ojos, como diciendo "Ay! qué ocurrencia!" y dice "eeeeeeeeeh". Otra de las cosas que me fascinan es que, desde ya, muestra un interés muy particular por la música. Casi siempre queda en el coche, dentro del baño, para que yo pueda ducharme, y mientras me espera escucha los temas de mi celular. Si es algo con mucho ritmo sacude la cabeza al compás. Si es algo más lento pone cara de concentración e intenta tararear. Por supuesto, como no sabe demasiadas palabras, su tarareo es con sílabas como "ma-ma-pa-pa-la-la" y todas sus posibles combinaciones. Y la tercera, y quizás la que más me llama la atención es una palabrita que suele decir cuando le alcanzo algo que quiere, cuando le invito una comida o un postre que le gusta, le doy una galleta, un juguete o cualquier otra cosa que evidentemente ella estaba queriendo. La palabra suele mutar, pero tiene más o menos el mismo tono: es algo así como "tasha", "gasha", "tash", y siempre viene acompañada de una franca sonrisa. A mí, al menos, me suena como el más sincero "gracias" que me hayan dedicado. Y por eso siempre que ella lo dice, le respondemos "de nada mi amor".Gratitud... la habrá traído consigo?
Pero lo más llamativo de la situación es que nosotros nunca le enseñamos a decir "gracias", y aún cuando lo haya escuchado... cuántas veces puede haberlo escuchado en una conversación para que llegue a incorporarlo en su lenguaje con tanta firmeza? tanto, como para decirlo en todas y cada una de las situaciones en las que corresponde agradecer. Lo que les cuento me hace sacar la conclusión de que la gratitud es natural, que viene impresa en nosotros desde el nacimiento, que es un sentimiento innato, y no algo aprendido o enseñado. Sin embargo, aún cuando lo traemos con nosotros desde el nacimiento y no necesitamos aprenderlo, la mayoría tendemos a perderlo mientras crecemos. Y aún cuando acostumbremos a decir "gracias" cada vez que corresponde, lo hacemos como una norma de conducta, como un mandato social, no como expresión de un verdadero sentimiento. De otro modo no se explicaría que el lugar en el que las personas menos suelen dar las gracias es dentro del propio hogar, mientras que es común hacerlo en círculos sociales más amplios, como en el trabajo, en la calle, al hacer una compra, etc. Y es una lástima que no seamos capaces de conservar este sentimiento de gratitud a lo largo de nuestras vidas, ya que es en sí mismo algo que nos brinda la posibilidad de ser más conscientes de las cosas que nos fueron brindadas, tanto a nivel físico o material, como emocional y espiritual; y por tanto lleva inherente la potencialidad de hacernos sentir más felices y más a gusto con la vida que llevamos. Si quieren leer más sobre la capacidad de la gratitud para incrementar la felicidad, los invito a pasar por el post "12 actividades para aumentar la felicidad" , en el que hablo un poco más del tema.Y si aprendemos de los más chicos?
Finalmente mi conclusión es que, a veces, son los niños los que nos enseñan a nosotros. Al mismo tiempo, recuperar nuestra capacidad de gratitud nos permitirá seguir siendo ejemplo para ellos y evitar que pierdan ese sentimiento mientras crecen. Gratitud hacia la vida, hacia nuestros padres, hermanos, amigos e hijos, y también hacia nosotros mismos. Un abrazo... y gracias!Qué cosas te sorprendió que tu hijo hiciera o dijera, sin que se lo hubiesen enseñado? Crees que la gratitud es natural o que los niños la aprenden de los adultos? Crees que aumentar nuestro sentimiento de gratitud por lo que tenemos, puede aumentar nuestro nivel de felicidad? Crees que recuperar la gratitud puede ayudar a que nuestros hijos no la pierdan en el camino?