Revista Cultura y Ocio

La gripe (no) mola

Publicado el 07 marzo 2016 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

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La gripe, esa vieja amiga que nos visita una vez al año destrozándonos por dentro. Pero hay que mirarlo todo con humor, hay que ver el lado bueno de las cosas. Por ejemplo, la fiebre. Sí, es muy incómodo tener fiebre. Tienes frío pero sudas ¡Viva a las paradojas corporales! Pero es la oportunidad perfecta para estrenar todas esas prendas de abrigo que tienes en el armario. El gorro tipo ruso, al que aún no le has quitado la etiqueta, los guantes para ir a la nieve, y para proteger la garganta, esa kilométrica bufanda que te tejió tu abuela hace ya años. A mayores, aprovechas para ponerte un abrigo, sobre una chaqueta, sobre un jersey, sobre una camiseta térmica… Y así hasta el infinito. Nunca es suficiente. Por supuesto, y para los más perezosos está la táctica de no quitarte el pijama calentito, y vestirte simplemente por encima de él.

Nunca se es lo suficientemente precavido, lo malo es que se suda y el sudor va poco a poco empapando tu ropa, capa tras capa, hasta que al llegar a casa lo que llevas te pesa el doble que cuando saliste.

Pero todo esto es aplicable solamente si por algún motivo horrible de la vida tienes que salir de casa. Que bueno sería no tener obligaciones, o poder retrasarlas un par de días. Son las típicas fantasías que a uno se le pasan por la cabeza cuando enferma y tiene que salir de casa. Es muy fácil que a lo largo del día te pongas a soñar despierto en migrar a ese sofá tan cómodo que tienes en el salón, para hibernar en el bajo dos toneladas de mantas con una bebida caliente en la mano.

Estas ensoñaciones son muy bucólicas, pero no serían tan bonitas de ser ciertas. El problema es que la gripe además de la fiebre tiene otros síntomas, por ejemplo la mucosidad. A ese sofá y esas mantitas, tendrías que añadirle una amplia aureola de pañuelos usados y una nariz roja y descarnada de tanto sonarte. Por si a alguien se le estaba pasando por la cabeza, no es el momento de sacarte una foto para subir a las redes sociales, si lo haces olvídate de ligar en dos o tres años. Por precaución no consientas que se te acerque nadie con una cámara de fotos a menos de diez metros.

Si la mucosidad ya es poco agradable en casa, imagínate como será si tienes que salir. En clase o en el trabajo te será imposible pasar desapercibido por los continuos estornudos y los posteriores sifones al sonarte, sexy total. Además ¿Qué hacer con los pañuelos? Obviamente habrás sido previsor y te habrás traído una buena tonelada de ellos, porque si no acabaras sonándote una y otra vez con el mismo sucio y húmedo pañuelo, o acabarás mendigando uno por donde puedas. Pero si los tienes, ¿Qué haces con los ya usados? Si tienes una papelera cerca, perfecto, solo tienes que practicar tu puntería y todo solucionado, pero en caso contrario, se te irán acumulando en los bolsillos, en la mesa y en todas partes hasta que encuentres un lugar donde arrojarlos.

Por último, el otro gran síntoma de la gripe, el dolor muscular. Te sientes como si te hubiese atropellado un camión, que luego diera marcha atrás para atropellarte de nuevo. Te sientes como un anciano con reuma y artrosis, y levantarte para recorrer más de diez metros se convierte en todo un reto. Es en ese momento en el que se echaría de menos tener un par de criados que te sirvieran y acudieran al toque de una campanita. Por desgracia, pocos pueden permitírselo. Los que tienen suerte tienen a un padre, o una pareja que son buenas personas y te cuidan. Los demás tenemos que conformarnos con arrastrarnos por la casa, del sofá, nuestro campamento base en estos días, a la cocina donde, sin preocuparnos por manchar, nos preparamos las benefactoras bebidas calientes, y de ahí al baño, para aprovisionarnos de papel.

Por suerte todo pasa. Cuando te curas lo recuerdas todo como un mal sueño del que has despertado y te olvidas hasta el año siguiente. Te quedará en la semana posterior la tarea de limpiar todo lo que ensuciaste durante tu convalecencia, véase un fregadero cargado con una inestable montaña de platos sucios, un cubo de basura a reventar de envoltorios de la comida basura con la que fuiste tirando por la pereza que te daba cocinar, y un reguero de pañuelos usados, que encontraras por todas las esquinas de la casa sin saber muy bien como llegaron allí.

En definitiva, si estáis enfermos ¡Ánimo! Todo pasa, y el mejorar es solo cuestión de tiempo. Despedíos de la gripe y recordad que no la volveréis a sufrir hasta dentro de un año.

Silvestre Santé


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