Revista Política

La guerra bacteriológica de las guarderías

Publicado el 08 noviembre 2013 por Pepecahiers
LA GUERRA BACTERIOLÓGICA DE LAS GUARDERÍASCuando los organismos pertinentes de las Naciones Unidas investigan arsenales ocultos de armas químicas en países como Irak o Egipto, se equivoca en el método. Pierden el tiempo husmeando en lugares recónditos, en almacenes ocultos o en zulos subterráneos. Deberían  ir directamente al origen de semejantes agentes infecciosos, que no es otro lugar que las guarderías. Y para eso no tienen que ir muy lejos, basta con realizar una visita a la que hay situada en la esquina, bajando la calle a la derecha. Hay muchos que piensan que a los niños hay que llevarlos a la guardería para, entre otras cosas, poder inmunizarlos de bacterias, virus y demás excrecencias dispuestas por la madre naturaleza para hacernos más resistentes. Aquella frase de Nietzsche "Lo que no me mata me hace más fuerte", debería figurar a la entrada de los susodichos centros infantiles, como recordatorio de lo que se avecina. Desde que mi hija pequeña de dos años acude regularmente a su centro lúdico obligatorio, no levantamos cabeza ningún miembro de la familia, que andamos desde entonces sumidos en la desolación, entre gastroenteritis diversas, resfriados y otras dolencias. Así que, mientras ella se inmuniza, nos recuerda que nuestras defensas necesitan una puesta al día, que quedaron obsoletas hace mucho, mucho tiempo. Casi siempre el responsable de los síntomas es un virus ("el bicho" lo llamamos nosotros), marca blanca o agresor desconocido. No se sabe el nombre y tampoco importa mucho a juzgar por el tratamiento de los pediatras, que no es otro que suero y dieta blanda. H.G. Wells lo sabía a la perfección, por eso sus marcianos de "La guerra de los mundos" sucumbieron en cuanto pasaron delante de una guardería. Mucha tecnología, poder militar, escudos protectores y demás zarandajas, pero poco pudieron hacer ante la baba y el pañal de esos enanos llamados niños. Mi vida estas última semanas es una delicia, entre diarreas, mocos y vómitos, haciendo malabarismos estomacales para no solidarizarme con el resto de la familia y adquiriendo una habilidad, más que loable, a la hora de cambiar un chorreante pañal en medio de la calle. Espero que mis méritos sean reconocidos en el futuro, que cuando uno anda ya al borde de la caducidad no esperan al cumplimiento de la fecha. Es entonces el momento de decir aquello de, "Ahora me cuidas tú que bastantes mierdas te he quitado yo de niña". Esta frase no es de Nietzsche, pero también debería colgar, no de las guarderías, sino de algunos asilos. 

LA GUERRA BACTERIOLÓGICA DE LAS GUARDERÍAS

Cuando el bicho entra por la ventana, la salud sale por la puerta



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