Como nunca antes, el ministro de Hacienda ya no es la única voz autorizada del gabinete para hablar de temas financieros. Juan Andrés Fontaine (ministro de Economía) apuesta por un diseño comunicacional que le de el protagonismo en la reconstrucción y Felipe Larraín (Hacienda) un académico acostumbrado a los laureles no se resigna a perder el tradicional peso de su figura como jefe de la billetera fiscal. Pero Larraín no será la última palabra en materia de política económica. Aparte de Fontaine, el primero en hacerle sombra es Piñera, y luego el ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Cristian Larroulet, históricamente cercano a Fontaine.
El año pasado, en plena crisis económica, Larraín se enfrascó en una ácida polémica con Andrés Velasco sobre si el país estaba o no en recesión, diciendo que las cifras macroeconómicas eran “para llorar”. Pese a ello, Larraín considera a Velasco entre sus amigos. De hecho tienen publicaciones juntos como el paper "Regímenes Cambiarios en Economías Emergentes".
Larraín fue el primer chileno en convertirse en profesor de la cátedra Robert Kennedy en Harvard hasta 1999 cuando volvió a Chile y ha escrito más de 120 artículos para publicaciones especializadas. Entre sus 10 libros está Macroeconomía en la Economía Global (1993) junto al famoso economista Jeffrey Sachs. El libro es un clásico entre los estudiantes de Economía, que si han tenido clases con él en la Universidad Católica saben que las hace con un micrófono en la mano y que entre sus frases célebres está esa de que “sólo Humphrey Bogart quema dinero”.
Larraín, como Velasco, es un académico top: disfruta exponiendo modelos macroeconómicos complejos y antes de ingresar de lleno a la política fue economista jefe del Banco Mundial y asesor de varios gobiernos en Latinoamérica y el Caribe.
Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización