Dos circunstancias van a propiciar el protagonismo de Toledo y su provincia en el largo conflicto que asoló España entre 1808 y 1814.
Por una parte, la situación geográfica del territorio provincial en el centro de la Península Ibérica, en conexión con las principales vías de comunicación hacia Portugal, Andalucía y Levante.
Por otra, la proximidad de la capital provincial respecto a la Villa y Corte. Ambas circunstancias propiciaron una participación casi permanente de la provincia de Toledo en los momentos cruciales del conflicto, siendo también escenario obligado de los vaivenes políticos y militares desde sus inicios hasta la salida definitiva de los invasores de Madrid.
No olvidemos que el pretexto de la ocupación de la Península Ibérica por las tropas francesas fue el de dominar Portugal, y Napoleón decidió la invasión del vecino país utilizando como vía de comunicación el valle del Tajo.
O que para acabar con la resistencia española había que ocupar Cádiz, y su camino pasaba por Ocaña, y que, en fin, de los intentos de ocupar Portugal, uno desde Galicia y otro por Extremadura, en el Este se levantaba la posición clave de Talavera de la Reina.
En la memoria histórica de Toledo y su provincia quedaron marcados los amargos recuerdos del paso de las tropas francesas. Su huella quedó indeleble en forma de destrucción, saqueo y ultraje. Algunos enfrentamientos bélicos de particular significación en el desarrollo del conflicto se libraron en suelo toledano.
Las acciones de las partidas de guerrilleros encontraron en la geografía provincial un escenario propicio, logrando aquí un desarrollo muy notable y jugando un papel relevante.
Patriotas y afrancesados
La invasión de las tropas napoleónicas precipitó un claro posicionamiento político en el seno de la sociedad española, resultando ésta dividida entre los sectores más proclives a la presencia de los franceses, que aglutinaban a los llamados afrancesados, y los más o menos abiertamente contrarios a éstos, que engrosaban las filas de los denominados patriotas.
Entre estos últimos, los hubo que reaccionaron de muy diverso modo ante la presión de los invasores franceses. Así hubo quienes, obligados por las circunstancias, cooperaron con el enemigo, disimulando sus verdaderos sentimientos patrióticos.
Las campañas militares en la provincia de Toledo.
La Campaña de Talavera.
La Junta Central se planteó, mediante la campaña de Talavera, repeler a los ejércitos franceses de la línea fronteriza portuguesa y hacerles retroceder hasta situarlos en la margen derecha del río Ebro.
Sin embargo, los ejércitos ingleses que intervienen en la campaña de Talavera al mando de Arthur Wellesley, (posteriormente Duque de Wellington), primaron ante todo la defensa de la frontera portuguesa, motivo por el cual no se pudo sacar todo el partido posible a la victoria.
En la campaña de Talavera combatieron un ejército aliado compuesto por aproximadamente 100.000 hombres, formado mayoritariamente por españoles (70.000), seguidos de ingleses (22.000) y de portugueses (18.000), al mando de Wellington, Wilson, Cuesta y Venegas.
A estos ejércitos, se enfrentó un dispositivo francés de un número aproximadamente igual que el oponente, al mando de Soult, Ney, Portier, Víctor, Lapisse y Sebastiani, comandantes respectivamente del primero al sexto cuerpos de ejército galos. 15 Grupo de recreación del 4º Regimiento de la Real Artillería de la Coruña
El combate de Puente del Arzobispo.
Posteriormente tiene lugar el combate del Puente del Arzobispo, posición que había sido fortificada por el general Cuesta, pues por aquella vía se procedía a la evacuación de cientos de heridos en los enfrentamientos de Talavera, que eran transportados hacia Extremadura.
Soult atacó el 8 de agosto, dispersando a las tropas españolas en dirección a Valdelacasa y a Guadalupe. La villa del Puente del Arzobispo fue de inmediato ocupada por las tropas del el general Víctor, sufriendo el inevitable saqueo de los franceses. 3.
La batalla de Almonacid.
Días después tendrá lugar la batalla de Almonacid.
El ejército de la izquierda del Tajo, mandado por Venegas, presentó batalla a fin de descargar a las tropas que operaban en las proximidades de Toledo, al mando de Sebastiani, que tras la derrota de Talavera se había establecido con su ejército en Nambroca el 10 de agosto de 1809.
El día siguiente se produce el enfrentamiento en Almonacid, logrando las tropas francesas infringir una derrota contundente al Ejército de la Mancha, lo que valió a los invasores la ocupación de Toledo y Madrid. 4
La Batalla de Ocaña.
Apenas dos meses después de la derrota de Almonacid, la Junta Central organiza una gran ofensiva que pretenderá repetir la hazaña de Bailén en tierras toledanas, con el fin de impedir la penetración de las tropas invasoras nuevamente en Andalucía.
El general Areizaga será el comisionado para esta operación, contando para ello con 52.000 soldados, 6.000 caballos y 35 piezas de artillería. Enfrente tendrán unas fuerzas enemigas compuestas por 40.000 soldados, 6.000 caballos y una potente artillería.
El 19 de noviembre tiene lugar la batalla en Ocaña, con un resultado desastroso para las fuerzas españolas, dejando expedito el camino de Andalucía para las tropas invasoras. Además, el desastre de Ocaña supuso un cambio político de gran trascendencia: la renuncia de la Junta Central y la constitución de la primera Regencia.
Otras acciones militares en la provincia Al margen de estas grandes batallas, las tierras toledanas fueron escenario de otros muchos enfrentamientos de menor rango entre el invasor y las tropas españolas.
De ellos cabe destacar el choque producido el 18 de febrero de 1809 en Mora, entre las fuerzas comandadas por el duque de Alburquerque y varios destacamentos franceses, que se batirán en retirada.
Otro enfrentamiento se llevó a cabo en Consuegra, el 22 de febrero del mismo año, día en que los de Alburquerque no logran impedir la ocupación de aquella villa manchega por parte de fuerzas del general Sebastián, que la controlarán hasta 1813.
Un selecto grupo de patriotas no se avino a permanecer en estas tierras mientras estuvieron bajo el dominio francés.
Los más fieles al cardenal Luis María de Borbón y al marqués de Astorga y conde de Altamira, abandonarán Toledo y seguirán a la Junta Suprema Gubernativa del Reino en su retirada a Andalucía.
A este grupo hay que añadir al célebre Batallón de Honor formado por estudiantes y catedráticos de la Universidad toledana.
No faltó tampoco un amplio sector de la población declaradamente hostil con el enemigo, que abandonará sus pueblos y ciudades para engrosar las partidas de guerrilleros que proliferaron por toda la geografía provincial.
Frente a los patriotas se situaron el sector de los afrancesados, cuyas élites constituirán el grupo selecto de colaboradores a los que las autoridades francesas les confiarán la práctica totalidad de los cargos administrativos y políticos en las poblaciones de mayor entidad.
En la ciudad de Toledo tuvieron ganada fama de afrancesados el corregidor Santamaría y los regidores Manuel Rodríguez Carreño y Pedro Segundo García Jiménez, así como el intendente José de Cobos y el comisario regio Luis Gainza.
La Junta Superior Provincial de Toledo
Desde el punto de vista político, la nota más destacada fue la creación de la Junta Superior Provincial, una institución patriótica creada como oposición a la Junta de Gobierno instituida por los invasores, que actuó como gobierno provincial en la clandestinidad.
Tuvo inicialmente como principal misión la de impulsar la rebelión popular contra los ejércitos franceses, así como recabar de toda la provincia el apoyo económico necesario para contribuir al equipamiento y dotación del ejército español.
La Junta Superior Provincial de Toledo creó un regimiento de caballería, nombrado de Cazadores Imperiales del Sagrario de Toledo, así como dos regimientos de infantería, denominados Imperiales de Toledo y Leales de Fernando VII&version;
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Revista Cultura y Ocio
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