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"LA GUERRA DE LOS POETAS", historia y leyenda forjadas en el antiguo Japón

Publicado el 03 noviembre 2013 por Hammerpain @Hammerpain1

Se cuenta que, en el norte de Japón, convivían con mucha amistad dos clanes familiares poseedores de extensas tierras y bosques. Estos eran el clan Ifune y el clan Mara. Eran sin duda las familias más poderosas del norte del país, la riqueza desbordaba sus hogares y sus negocios mercantiles crecían y crecían a medida que Japón prosperaba. Pero, por encima de todo, eran bien conocidos el cultivo de las artes y las letras que desarrollaban los miembros de estos clanes. Sus cuidados versos podían alegrar hasta al corazón más sombrío, y la energía y fuerza de sus poemas hacían viajar a las mentes por lugares más allá de la imaginación.
No obstante, la idílica luz que bendecía la vida de los "clanes poetas" pronto tornó en negra oscuridad cuando afloró la codicia que se oculta como una serpiente en el alma del ser humano. Los Ifune y los Mara empezaron a rivalizar por intereses económicos y su amistosa relación comenzó a desaparecer. Los conflictos verbales, las acusaciones, los engaños y los desaires fueron el fuego que prendió la mecha que conducía a la inevitable guerra.
Y fue ésta una guerra cruel, horrible y sangrienta como todas lo son. Sin embargo, pocos conocen que pasó a la leyenda como la "Guerra de los Poetas", un nombre elegido con vista acertada pues, como ya hemos dicho antes, la poesía era la principal virtud de estos clanes mientras estuvieron en paz... y así también sería su espada más afilada y su escudo más fuerte cuando la guerra los enfrentó.
Se dice que Yodato, primogénito del clan Mara, capitaneó en cierta ocasión un ataque en mitad de la noche contra un campamento de los Ifune, arrasándolo completamente amparado por la sorpresa y la oscuridad nocturna. Pero mientras los soldados, desarmados y medio dormidos, eran atravesados sin piedad por las espadas y lanzas de los Mara, Yodato reparó en una furtiva sombra que se escabullía lejos de la matanza. De modo que, sin perder un momento, espoleó a su caballo y se lanzó a la persecución de aquel desconocido... y cual sería su sorpresa cuando descubrió que se trataba de Yumio, el primogénito del clan Ifune. Yodato cayó en seguida en la cuenta de que matando a Yumio podría dar el golpe definitivo que decantara la guerra totalmente a favor de su familia. Sus padres y todos los padres que le precedieron durante siglos estarían orgullosos de él.
Sin frenar el galope de su caballo y sin perder el equilibrio, Yodato colocó una flecha en el arco, lo tensó y lo apuntó a la desprotegida espalda del cansado Yumio. Era imposible que fallara desde tan cerca y, saboreado ya la gloria que le esperaba, improviso el siguiente verso: "¡Ah! el vestido empieza a descoserse..." (con lo cual se refería a que el clan Ifune empezaba a deshacerse, a que empezaba el principio del fin para ellos con la muerte de su primogénito). Sin embargo, la mayor sorpresa que se llevó Yodato aquella noche estaba por llegar... pues el jadeante Yumio, a pesar de su desesperada situación, tuvo fuerzas para replicar aquel verso con otro: "¡Ah! pues los años habían pasado ya la tela...".
Así fue como Yodato se detuvo en seco, bajo el arco y vió con su mirada como Yumio desaparecía en la noche. Cuando posteriormente relató este hecho ante sus guerreros, estos le recriminaron con dureza su insensatez al dejar escapar una oportunidad tan inmejorable, pero Yodato argumentó: "Yumio ha demostrado ser digno de mi respeto y admiración. Nunca podría haberle disparado pues él, ante mi verso triunfal y lleno de burla ante su cierta muerte, reunió el valor y el ingenio suficientes como para improvisar un verso que replicaba magistralmente al mío y que representaba el fin del poema. Matar a aquel hombre habría sido matar la poesía".
El ejército de los Ifune consiguió recuperarse de aquel terrible ataque y, meses después, respondió con una artera emboscada en la que Toshi Mara, hermano de Yodata, fue hecho prisionero. Se le exhibió encadenado en la plaza pública del castillo Ifune donde fue sometido a todo tipo de escarnios y humillaciones.Mas, cuando restaban pocas horas para su ejecución, Yumio Ifune pasó por la plaza y, señalando a un ciruelo, preguntó al prisionero: "¿Qué es esto?". Toshi, embargado de repente por una inmensa inspiración en la proximidad de la muerte, respondió: "¡Amarga dulzura del ciruelo! Aunque yo muera, nunca dejarás de florecer en primavera". Ante estas palabras, Yumio se conmovió y recordó el suceso con Yodato meses atrás. Al poco rato, Toshi fue conducido al bosque y puesto en libertad.
Es esta una historia que recuerda el terror y la violencia que acompañan a las inumerables guerras que estallan entre los seres humanos por los motivos más desconocidos. Pero también recuerda cuan fácilmente los versos y las palabras pueden cambiar el curso de los acontecimientos por encima de la fuerza y las armas.

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