Se habla mucho de que las becas Erasmus permiten a los universitarios conocer en qué países europeos se vive mejor la fiesta. Pero resulta que algunos estudiantes también decidimos aprovechar las clases (oh, qué sositas somos) y eso nos permite descubrir parte de la cultura del lugar. En mi caso, Portugal me abrió las puertas de la literatura en portugués y, menuda paradoja, me acercó a África como nunca lo hizo la educación española. Así descubrí a Mia Couto, que al principio creí que era una mujer pero resultó ser un poeta y narrador de Mozambique, antigua colonia portuguesa, uno de los escritores africanos más reconocidos en el ámbito internacional y que acaba de recibir el Premio de Literatura José Craveirinha en su tierra natal. Casi diez años antes, recibió el Premio Camões de Portugal, que se suele comparar al Cervantes español.
El caso es que mi primer contacto con este autor fue su libro Terra Sonâmbula, una obra que relata el viaje de un señor mayor y un niño en el Mozambique tras la Guerra Civil que, durante diez años, arrasó el país. En las primeras descripciones de la historia apareció la palabra: "machimbombo", un término que no figuraba en los diccionarios convencionales y que me costó desentrañar. En la novela aparecía ennegrecido, destrozado, creo recordar que con algún vestigio de ser humano dentro. Un "machimbombo" es un vehículo viejo utilizado como medio de transporte colectivo. Desde entonces, cada vez que oigo que en tal o cual territorio se ha desatado una guerra me viene a la cabeza la imagen que me hice de ese automóvil en Terra Sonâmbula (que está traducido al españo l), así, destruido, negro; quemados hasta los cimientos los sueños de cada una de las personas que viaja en un colectivo, con restos de que en algún momento sirvió a una civilización que se llamó humana.