Revista Cine
LA HABITACIÓN DEL HIJO (LA STANZA DEL FIGLIO, 2001) de Nanni Moretti
Publicado el 02 diciembre 2011 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcineNanni Moretti consigue sumergirnos con su peculiar manera de ver el mundo en una de esas historias que, contadas sin artificios innecesarios, consiguen tocarnos el corazón profundamente. La habitación del hijo fue la gran triunfadora del Festival de Cannes del año 2001 al alzarse con la Palma de Oro. En ella Moretti vertebra un relato basado en lo que supone para una familia la pérdida de lo más preciado que se pueda pensar: un hijo. Moretti es uno de los cineastas más preciados, si no el que más, del cine contemporáneo italiano. Comparado en ocasiones con el director americano Woody Allen, Moretti es sobretodo conocido por sus espléndidas comedias, como la magnífica Caro diario (1993) o Abril (1998). Sin embargo en La habitación del hijo demuestra ser un maestro también en el arte de la tragedia. Con un realismo extraordinario, el cineasta italiano reflexiona sobre la muerte en el contexto cotidiano de una familia, logrando con ello a su vez hablar de la vida en general. El propio Moretti interpreta al cabeza de familia, un psicoanalista de nombre Giovanni Sermonti, querido padre de familia que gusta de hacer footing por las mañanas, pasar consulta a sus pacientes (a cual más extravagante), hacer deporte con su hijo o escuchar música. El resto de la familia goza con él de una feliz rutina, sólo perturbada más adelante por el terrible acontecimiento. A partir de ahí el impecable edificio familiar se desmorona por completo.
En La habitación del hijo todo está realizado con tanta naturalidad que el espectáculo al que asistimos en su visionado no parece el producto de un cineasta, sino que más bien parece que estemos asomándonos a través de un agujero como testigos ejemplares ante la vida misma. En este sentido más que una película parece que presenciamos una trágica parcela de la realidad, un tratado acerca de las consecuencias que conlleva sufrir en las propias carnes una funesta desgracia irreparable. En definitiva, experimentamos junto a los personajes protagonistas el hecho de que la vida pende de un finísimo hilo que en cualquier momento puede romperse.Nanni Moretti construyó un impecable guión junto a Linda Ferri y Heidrun Schleef, el cual estructura el relato en armoniosos bloques bien delimitados. La primera media hora nos presenta magníficamente la vida de esta familia antes del acontecimiento, y el tono adoptado por ello adolece de ser un tanto jocoso, desenfadado, con una exposición de la vida como algo agradable y seguro. No parece que estemos asistiendo a un drama. Hacia el primer tercio de metraje, sin embargo, surge el brusco giro que nos hunde junto a la familia Sermonti en el más desesperanzador dolor. Es hacia el final cuando la cinta toma el acertado y lógico camino de la resignación por parte de los personajes. Un coherente camino ascendente cuyo realismo es uno de los mayores que un servidor haya visto en una película. Moretti acierta de lleno en la descripción del alma humana ante el dolor como poquísimas veces se ha logrado.
El genio de este cineasta se aprecia en esta ocasión en la notabilísima habilidad para reflejar el desmoronamiento psicológico de cada personaje. Ahí es donde la película logra las mayores dosis de cine con mayúsculas. Uno a uno los miembros de la familia Sermonti van cayendo como las fichas de un dominó. Los momentos al respecto son sublimes. Magistral aquél donde Giovanni, con tan sólo una mirada, logra transmitir a su hija, una jugadora de baloncesto, que algo horrible ha pasado y ella arranca irremediablemente a llorar. O cómo Moretti muestra a través de los pensamientos de Giovanni su impotencia, su lucha inútil e íntima contra lo que ya ha ocurrido y cómo desearía con todas sus fuerzas poder cambiar a su antojo las leyes naturales, viajar al pasado e impedir de algún modo la tragedia. En definitiva unos personajes víctimas de un fatal destino que nunca volverán a ser los mismos, como sugiere el emotivo plano final en la playa.La habitación del hijo consigue estremecernos al mismo tiempo que nos emociona. Y eso sólo lo consiguen las grandes películas, las obras maestras como es el caso. Aunque estuviera horas y horas tratando de hacer justicia al film traduciendo a palabras los sentimientos que me ha producido esta obra de arte, no sería capaz de acercarme ni un ápice a su infinita grandeza. Es como intentar atrapar el cielo con las manos. Lo he intentado y he conseguido con mayor o menor fortuna exponer los trazos fundamentales de la cinta, pero lo mejor será que guarde silencio de una vez no sin antes terminar con una recomendación: que se acerquen a la propia obra de Moretti (si no lo han hecho todavía) y dejar que hable por sí sola. No volverán a ser los mismos.EDUARDO M. MUÑOZ BARRIONUEVO
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