Al lío. Me gustan los escritores que sangran relatos personales y crípticos. La hemorragia de Constanza es la pequeña hemorragia de Damián Cordones. Pequeña porque gotea cuatro relatos y se acaba. Pequeña por su concesión y densidad comprimida. Pequeña por el coqueto formato de la edición de Piedra Papel.
Encontramos en este reducido volumen cuatro textos que recrean ambientes de extrañeza absoluta que apelan al absurdo cuando no al subconsciente. Kafka dormita bajo las páginas de «La hemorragia de Constanza», haciéndose presente en unos relatos inquietantes por inaprensibles. Como chistes que según avanzan se convierten en otra cosa y ante los que no sabes si es apropiado reír. Paso a desgranarlos.
La hemorragia de Constanza:
Un hombre visita a Constanza, que está postrada en una cama víctima de una misteriosa enfermedad. Tal vez sea este el relato más evidentemente kafkiano, en el que Damián Cordones nos regala un ticket ya cortado que conduce a una habitación inquietante. El surrealismo de la propuesta basa su fuerza en dibujar un cuadro grotesco que sorprende por su certera representación de un sueño incongruente. Subyace un sentimiento de culpa en el personaje protagonista, pero también está muy presente el misterio de hallar por todos los medios las piezas de un puzzle que resulta imposible encajar entre sí. Y ahí reside su éxito. Mi relato favorito del libro.
Koda el rutilante:
Koda el rutilante es un hombre desapegado que se dedica a recorrer pueblos sin un itinerario establecido, y realizar allí un espectáculo consistente en disputar partidas de ajedrez con una gallina llamada Irina.
Es este un relato desconcertante por su aparente falta de significado, pero totalmente disfrutable en cuanto a que descubrimos cómo avanza al mismo tiempo que el propio Koda. Algunos de sus diálogos resultan deliberadamente estrambóticos, pareciendo una burla de Koda hacia su interlocutor y una broma consciente de Damián Cordones hacia el lector.
Expectativa y prosperidad:
De nuevo lo absurdo es el motor de este relato, en el que dos jóvenes acuden a la mansión de un prestamista para pedirle dinero. El cuento orbita en torno a la lamentable condición física del prestamista, que da lugar a una serie de situaciones tan incómodas como cómicas. La virtud del relato consiste en la habilidad de Cordones para situarnos al lado de los dos jóvenes y que asistamos a tan extraña reunión con su misma incredulidad. Las cualidades descriptivas del autor quedan aquí patentes al servicio de una angustia casi física que se traslada al incauto lector. Como relato, me parece fantástico.
El reloj de cuco:
Relato buñuelesco en el que un grupo de personas reunidas en una casa discuten sobre el suicidio. En un momento dado, el anfitrión desaparece para arreglar un reloj de cuco que parece detenido. Este relato, que comienza con una conversación más o menos trascendental, va deslizándose poco a poco hacia terrenos surrealistas para terminar convertido en un ejemplo práctico de la imprevisibilidad como concepto. Interesante, aunque tal vez resulte algo derivativo.
Piedra Papel Libros presenta esta pequeña antología en un formato pequeño y atractivo (me encanta la portada obra de Araceli Pulpillo), cercano al tamaño de los bolsilibros que varias editoriales están publicando actualmente.
Mucho me temo que no hay tiritas que puedan detener esta hemorragia, así que lo mejor que puede hacerse es preparar un recipiente en el que contenerla. Puede que no guste su textura, puede que su color sea poco habitual, puede que no sea de tipo positivo ni negativo ni universal, pero «La hemorragia de Constanza» contiene vida en su interior. Vida extraña, pero vida al fin y al cabo. Atrévanse.