Podría decirse, sin ningún tipo de pudor, que Harley Quinn es el personaje femenino del mundo de los superhéroes con mayor número de seguidores. En convenciones, carnavales, Halloweens y sucedáneos es bastante típico encontrar disfraces como estos:
Desde que se anunciara Escuadrón Suicida y Margot Robbie revelara su apariencia como la villana —y antiheroína—, el público masivo se ha volcado más que nunca con el personaje.
Aparecen listas en revistas femeninas del tipo “8 razones por las que amo a Harley Quinn” donde dan motivos como “ Porque se mantiene leal al Joker pese a los golpes, los insultos y los desprecios“.
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En apariencia, Quinn es lo que parece: una mujer mala, que va por libre, que viste como quiere y que puede permitirse hacer lo que le venga en gana.
Sin embargo, el personaje es muy distintoa lo que muestra. Es una mujer maltratada. Una víctima del mayor villano de la historia que ejerce felizmente como su esclava por el “amor loco” que por él profesa.
El Joker la insulta, la maltrata, la amenaza y la trata como un objeto sexual, pero ella se mantiene a su lado pase lo que pase.
Para entender un poco mejor de lo que estamos hablando, vayamos a su origen:
Harleen Quinzel es una psiquiatra que se ha sacado la carrera gracias a los favores sexuales que ha hecho a sus profesores. Una vez graduada, es asignada al Asilo Arkham, el psiquiátrico de Gotham donde están internos la mayoría de enemigos de Batman.
Y ya podéis adivinar cuál es su primer tarea: ser la terapeuta del Joker.
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En este momento comienzan las idas y venidas por parte de ambos personajes. Harleen empieza a sentir un interés malsano por su paciente y este, fiel a su filosofía de rey del mal y payaso del crimen, se aprovecha de la situación para convertirla en una esclava.
Harley Quinn está enamorada del Joker. Pero el enemigo de Batman, aunque algunos autores le hayan hecho crecer hasta llegar a enamorarse, en un principio solo busca aprovecharse de ella. La insulta, la maltrata, la amenaza y la trata como un objeto sexual mientras ella se mantiene a su lado pase lo que pase.
Por supuesto, esto es algo lógico: estamos hablando del Joker. Cualquier otra actitud hubiera desmontado un mito forjado desde 1940.
Sin embargo, que se tome como un referente a seguir es algo muy peligroso. Sus creadores —Paul Dini y Bruce Timm— la crearon como una crítica machista, jugando con el concepto de “¿qué ocurriría si el Joker tuviera novia?”.
Siempre tuvieron claro que se trataba de una víctima más que de una ayudante, y así lo demostraron en las historias de la serie animada de los 90. Lo que nunca pensaron, tal vez, es que llegaría a ser un ejemplo para una generación.
Además, la imagen de Harley se ha ido cambiando a lo largo de los años. En sus orígenes vestía un mono que ni siquiera le permitía ver su cabello. Iba maquillada como verdadero arlequín y, aunque ya era un personaje sexualizado que coqueteaba por doquier, no buscaba atraer al público.
No obstante, en los últimos años su atractivo se ha explotado más. De su imagen en la serie animada:
Ha pasado a la que tiene en los juegos de la saga Arkham:
Mientras nadie en su sano juicio toma al Joker como un referente a seguir, todas quieren ser como Harley Quinn.
Pese a ello, lo cierto es que DC Comics ha tomado cartas en el asunto. A la vez que se ha ido popularizando, sus cómics se han modernizado. En la serie de Los Nuevos 52, Quinn es capaz de dejar de lado al Joker y emprender su camino de manera independiente, lo que la lleva a formar parte del Escuadrón Suicida y hasta a protagonizar su serie propia sin que su “amor verdadero” aparezca por ninguna parte.
Incluso, ha llegado a tener romances con otros personajes, como es el caso de Deashot —interpretado por Will Smith en la película—. Pero Escuadrón Suicidahabla sobre sus orígenes. Presenta a un Joker más sádico que nunca y no oculta el maltrato que ejerce sobre Harley. Vuelve de facto a los personajes de los noventa y lo único que renuevan es su imagen superficial.
Y, mientras nadie en su sano juicio toma al Joker como un referente a seguir, todas quieren ser como Harley Quinn.
Como mínimo, existen dos motivos que justifican la obsesión con el personaje.
Por una parte, es necesario remarcar el imaginario cinéfilo popularmente llamado “Manic Pixie Dream Girl” (MPDG). Acuñado por el crítico Nathan Rabin en la película Elizabethtown, se define como “esa criatura cinematográfica burbujeante y superficial que sólo existe para enseñar a los jóvenes graves y pensativos a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras”.
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Básicamente, se refiere al prototipo de chica aventurera y algo loca que aparece en las típicas comedias románticas para salvar de la monotonía al protagonista masculino, normalmente aburrido y triste. El fenómeno se ejemplifica en multitud de películas de los 2.000, desde Natalie Portman enAlgo en común hasta Zooey Deschanel en 500 Days of Summer.
Harley Quinn, aunque de origen distinto, es el súmmum de este imaginario.
El Joker no es precisamente un tío triste y gris, pero desde que Harley aparece, su vida se trastoca por completo. Puede decirse que descubre al amor, por más que sea a su forma y aunque la vea como una esclava de la que aprovecharse. Y también, gracias a ella, por fin cuenta con una persona que está dispuesta a apoyarle pase lo que pase. No es uno de los tantos mercenarios de usar y tirar con lo que trabaja; Quinn está a su lado sin pedir nada a cambio.
El prototipo de Hollywood de mujer loca y la falta de referentes en el mundillo provocan un éxito que debe ser cuidado.
Por otra parte, es evidente que existe una falta de referentes femeninos en el cómic de superhéroes. Hay personajes rudos y sobrios, como Wonder Woman; y femme fatales, como la Viuda Negra.
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Pero Harley es única en su especie. Su actitud y apariencia anulan cualquier tipo de historia dramática detrás de la villana. Y, en un momento en el que el mundillo friki está de moda y cada vez más mujeres se interesan en él, es más fácil ver en ella un prototipo de chica moderna —que además suscita el mito adolescente de “enamorarse de un rebelde”— que en personajes creados para épocas pasadas.
Además, seamos sinceros: buena parte de la gente que la toma como un referente no han leído nunca un cómic en que aparezca; no saben qué hay detrás y solo ven a una chica con la que es fácil empatizar.
Así que tened cuidado. A todos nos mola Harley, pero de ahí a convertirse en un referente hay un largo trecho en el que se eleva como la crítica machista que Paul Dini puso delante de nuestros morros en una serie de dibujos animados.