Revista Cultura y Ocio

LA HERRAMIENTA MAS ANTIGUA AUN EN USO: LA MENTIRA La mentira del ‘genocidio’ español en América en el siglo XVI es una muestra más de la vigencia del embuste como herramienta eterna. Pero no es excepción, pues en todos los ámbitos, en todos, se usa la ...

Publicado el 14 octubre 2015 por Carlosdelriego

LA HERRAMIENTA MAS ANTIGUA AUN EN USO: LA MENTIRA La mentira del ‘genocidio’ español en América en el siglo XVI es una muestra más de la vigencia del embuste como herramienta eterna. Pero no es excepción, pues en todos los ámbitos, en todos, se usa la ...

Muchas grandes multinacionales tienen la mentira como herramienta habitual..., igual que la mayoría de los mortales

Desde que se tiene constancia histórica se puede detectar el uso de la mentira. En el año 1274 antes de Cristo se enfrentaron los ejércitos hititas del rey Muwatalli con los egipcios de Ramsés II; demostrando el poder de la mentira y la manipulación, los textos jeroglíficos atribuyen la victoria al egipcio, mientras que los cuneiformes señalan al hitita como vencedor. Al menos uno (o ambos) mienten, evidenciando que ya entonces era una certeza la sentencia: en toda confrontación la primera víctima es la verdad.
Con el paso de los siglos se puede constatar que la tergiversación de la realidad ha sido una constante en el terreno político. No hay que ser un estudioso de la Historia para saber que, ya en pleno siglo XX, Goebbels y Hitler, Stalin y Beria, al igual que todos los dictadores que en el mundo han sido, han tirado de colosales trolas para tener sometida a la población y mantener su posición de fuerza. Pero no hay que centrarse exclusivamente en los totalitarismos: las falsedades y paparruchas son elaboradas y proclamadas por la clase política en todos los niveles y en todos los sistemas de gobierno; ahí están los dirigentes separatistas de cualquier país fabulando e inventándose pasados idílicos e inmaculados con los que mangonear al personal para que los apoyen y, de este modo, no tener que justificar ni dar cuentas de sus actos; y también es evidente cómo distorsionan la realidad todo presidente y todo gobierno.
El ejemplo del 12 de octubre es muy ilustrativo. Palurdos instalados en alcaldías y otros centros de poder, así como ignorante de toda clase, rechazan las celebraciones nacionales afirmando que en esa fecha se inició el ‘genocidio’ en América. Mentira, pues mentira es seguir sosteniendo una idea en contra de toda prueba. Aun demostrado hasta más allá de toda duda razonable, sigue siendo necesario recordar que América era un lugar extremadamente violento, que un pueblo dominaba por la fuerza a sus vecinos, que los españoles los vencieron (con mucha ayuda local) usando la misma moneda, que no hicieron nada que no se hiciera en el resto del mundo, que entre el 92 y el 96% de las muertes de indios fueron debido a enfermedades (un catarro los llevaba a la tumba), que tarde o temprano hubiera llegado alguien y les hubiera transmitido los virus y bacterias, que el mestizaje demuestra ausencia de racismo (¿cuántos mestizos blanco-indígena hay en India, Sudáfrica, Estados Unidos, Congo, Argelia…?), que aquello ocurrió hace medio milenio y que los que hoy se rasgan las vestiduras no hubieran actuado de modo distinto… En resumen, insistir en lo del genocidio es sencillamente mentir.
Y es que la mentira es un recurso, una herramienta utilizada en todos los estratos de la sociedad. En todos los ámbitos, espacios y lugares se maneja la engañifa como utensilio multiusos. Así, puede afirmarse que los publicistas son maestros en el uso del eufemismo, que la prensa se sirve de medias verdades destacando lo que conviene y arrinconando lo que no concuerda con sus posiciones, que en las empresas (y no sólo en las multinacionales) hay catedráticos en el arte de la distorsión de la realidad, que en las relaciones personales se alcanzan cotas altísimas de creatividad para llevar a cabo la traición y el ocultamiento, que los abogados construyen farsas asombrosas y disparatadas pantomimas y enredos.  
Incluso en el espacio judicial, un lugar donde la verdad debería ser el principal objetivo, la mentira y la falsedad son omnipresentes; se supone que en el proceso jurídico se persigue la verdad, sin embargo no sólo se permite sino que se entiende como legítimo que los letrados mientan y mientan…, muchas veces con una imaginación digna del mejor escritor y en otras ocasiones con una desfachatez ofensiva; peor aun es cuando la trola procede de las altas magistraturas, pues casi a diario se asiste a enfrentamientos entre jueces en función de ideas políticas: la primera instancia sentencia en un sentido, luego la audiencia provincial, después la regional, la nacional, el Supremo, el Constitucional, el Consejo del poder judicial… van descalificando o apoyando en función del partido al que se debe el nombramiento (afortunadamente, las cosas suelen ser distintas en las salas de provincias y sin política por el medio). En cualquier caso, aunque sólo fuera sobre el papel, la mentira como argumento legal admisible debería estar erradicada, puesto que todo el mundo coincidirá en que mentir es inmoral, indigno y contrario a toda ética. Si los padres aconsejan continuamente a sus vástagos que no mientan, ¿cómo se puede explicar que el embuste sea un utensilio lícito y razonable en un lugar donde el principal objetivo es la verdad?
En fin, pasarán otros quinientos años y seguirá habiendo gentes que mientan y se mientan para no doblegar sus creencias, opiniones e idearios. Pasarán los siglos y se acumularán las evidencias, pero siempre habrá quien esté dispuesto a sostener la mentira de que cuatrocientos españoles acabaron con la vida de millones y millones de inocentes, ingenuos e inofensivos indios.  
Sí, la mentira es tan antigua como el hombre, es una herramienta tan arcaica como los primeros útiles de piedra, como los bifaces de hace dos millones de años. Lo que sorprende no es sólo que se trate del recurso humano más vetusto, sino que siga siendo el más utilizado en todo el planeta.

CARLOS DEL RIEGO

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