(VII.4). SIMBOLOGÍA ZOOMÓRFICA FANTÁSTICA.
Hija de Equidna, que era mitad mujer y mitad serpiente, y de Tifón, tenía cuerpo de serpiente y múltiples cabezas humanas y fue criada por Juno para que luchara con Hércules. Su aliento envenena las aguas y seca los campos.
Serpiente destinada a la eternidad, su virtud más preciada y temida era que, cual pecado capital, por cada cabeza cortada le brotaban dos en el mismo lugar, y su última cabeza, la primordial y raíz de todas, la Vanidad, Envidia o Avaricia, era inmortal. De ahí que en latín se le llama excetra, pues en el lugar de una cortada, salen tres.
Históricamente, parece que Hydra existió, pero no como animal sino como un lugar de Egipto de donde partía un canal del río Nilo que, obstruido accidentalmente, se desbordó dando lugar a siete canales más que llegaron a producir una terrible inundación.
De ahí que a la hidra (agua) se le confiriera en el bestiario la figura de "serpiente de agua".
Hércules y Yolao, símbolos del buen cristiano, la combatieron. El primero le cortó las cabezas y el otro fue quemando con antorcha las heridas sangrantes para que no se reprodujeran. A la última cabeza, la inmortal, la enterró bajo una gran piedra donde permanece, aún en los tiempos, acechando y odiando, mientras el cangrejo, amigo de Hidra que atacó el talón de Hércules durante la lucha, fue subido por Jano al cielo y ahora se nos muestra en la constelación de Cáncer.
Símbolo utilitarista para reclamar la supremacía de la nueva religión en el Mediterráneo, aparece como visión apocalíptica contra la Roma de Nerón, el 666: "... Vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas y en sus cabezas títulos blasfemos" (Jn. 13,1). Vestida de púrpura o escarlata, adornada con piedras preciosas, la Gran Ramera tiene en su mano una copa de oro para embriagar con el vino del burdel, los deleites carnales, a los reyes que la adoran: " Era Babel como copa de oro en manos de Yavé, sirvió para embriagar a toda la tierra. Las naciones bebieron su vino, por eso enloquecían" ( Jeremías,51,7). Se trata de la Roma de los césares cuyas siete colinas son las siete cabezas de la hidra, aprovechada por los luteranos antipapistas del siglo XVI para reafirmarse en la personificación de la Roma de los papas, donde Alejandro Borgia y León X ocuparon, para ellos, el lugar de Nerón y Domiciano.
( Pintura al temple de Laura Alberich Lucea, Baruk)
El resto es ya sabido. En el arte románico nada se desaprovecha para lanzar el mensaje, pues en el arte sagrado ninguna forma ni figuración es caprichosa ni gratuita.
Por asociación y encadenamiento espontáneo de emociones, recuerdos, imágenes y pulsiones, se concatena una reserva de significado: Los siete pecados capitales.
Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".