Revista Cultura y Ocio

La hija del comunista - Aroa Moreno Durán

Publicado el 11 marzo 2020 por Elpajaroverde
«La memoria es la facultad que permite retener y recordar hechos pasados: codificar, almacenar y recuperar. Se mueve en la inconsciencia, como una marea, dejando a la luz de la noche el fondo de arena de debajo del agua. El fondo del mar es como un cuerpo que se desarropa mientras duerme. Leí que existen dos tipos de memoria, la de las grandes cosas y la que recoge los detalles de lo que vivimos. Hay una electricidad entre emoción y memoria: cerebro, neuronas, flash. Una complejidad natural: a mayor emoción, más facilidad de que un suceso pueda ser recordado. La emoción es el filtro y es la marea. Es la revolución. La nitidez de la memoria está atada a la impresión que algo nos produce. A la vez, una catarata química se desencadena, un movimiento imparable y adictivo. Es el fin del juicio crítico».
Me gusta hablar de la historia grande y de las historias chiquitas: la historia grande como la historia con mayúsculas, esa que se cuenta en los libros de texto, la de los países, épocas, guerras y estados de paz; las historias chiquitas como las historias en minúscula, las pequeñas vidas de seres anónimos, esas que no forman parte de ningún currículo educativo, las que a menudo han sido apisonadas por esa otra historia grande, aquellas con las que debería escribirse la historia con h mayúscula. Leo el anterior párrafo de La hija del comunista, de Aroa Moreno Durán, y pienso si también habrá una memoria grande y otra chiquita: la grande para los acontecimientos que pasarán a formar parte de la historia con mayúscula, la de la rutina, el día a día, la de la historia y biografía familiar; la chiquita como ese fogonazo, esos momentos que erizan la piel, los que nos entusiasman, pellizcan o hielan el alma, esos que construyen nuestra historia íntima, una de tantas historias con minúsculas a las que la historia grande pasó por encima.
La hija del comunista - Aroa Moreno DuránLa hija del comunista es una novela trenzada con los recuerdos chiquitos de su protagonista y es una novela chiquita, no solo por su breve extensión sino por su concisión. Si se echa la vista atrás no se necesitan 365 páginas para contar un año de nuestras vidas, nos basta con las chispas, con nuestros recuerdos chiquitos, el resto lo sobreentiende el buen lector. Así lo entiende Aroa Moreno Durán y por eso su prosa es fresca y sencilla, sostenida sobre los detalles y no sobre los grandes hechos, cargada de sutileza y belleza. Así lo entiende su protagonista que nos va contando su vida, recuerdos chiquitos de niña, adolescente y mujer.
«Mi padre me puso Katia porque era un nombre ruso. Suena igual en ruso, en alemán y en español, le dijo a mi madre. Por si acaso».
A la Rusia comunista admiraba el padre de Katia. De España se había ido huyendo hace años. En Alemania nacieron Katia y su hermana, sus hijas; en la Alemania del Este en unos años en los que había que indicar el punto cardinal para distinguirla de la Alemania occidental, en unos años en los que un muro se alzaba dividiendo la ciudad de Katia.
«¿Has pensado en lo que significa estar aquí para siempre?»
Ahí está Katia, que nunca se ha preguntado lo que es estar ahí para siempre hasta que crece y comienza«a imaginar, a sentir el pulso de la tentación, la vida nueva, y, a la vez, el remordimiento».
«Y fue en ese par de minutos de estupor y letargo en que yo supe [...] que donde alguien se jugó la vida por una idea, por otra vida mejor o peor que la nuestra y por conocer la luz que asomaba por encima de nuestro muro, yo iba a correr también el riesgo, pero por el instinto más indeliberado».
La hija del comunista es una novela de iniciación, de remordimiento y culpa. Es historia de soledad y pena profunda. Es la historia de una equivocación «porque siempre había algo, adentro, en las entrañas, en el corazón, que me decía que yo ya había elegido, que yo aposté por esto desequilibrando toda mi vida y la vida de los que me querían. Y que este sería mi castigo. Vivir sin tierra. Como vivió mi madre».
La madre de Katia vivió sin España y Katia elige vivir sin Alemania del este repitiendo tal vez la historia de su madre por joven, por ignorante, porque su madre no hablaba de esas cosas, porque Katia aún no sabía leer entre líneas, reconocer en la tristeza de su madre las consecuencias de seguir ese instinto indeliberado y así, ambas apátridas, ambas inundadas por el sentimiento de orfandad y separadas por un muro.
Apátridas = sin patria. Patria significa país del padre. Nunca se me había ocurrido pensar en ese origen etimológico. Pienso ahora en el padre de Katia aunque de distinta manera a la que ella tantas veces lo pensó. Pienso ahora en papá Estado.
A Katia su padre le dijo una vez algo así como que la guerra más larga es la de los que huyen al exilio, la más larga y la que todavía no se ha terminado. Tras acabar su novela Aroa Moreno Durán me recuerda lo siguiente:
Veintisiete años después de la caída del de Berlín, existen en el mundo más de quince muros con los que se trata de impedir el flujo de personas de forma violenta.
Cuántas historias chiquitas separadas. Cuántas Katias. Cuántas minúsculas sin poder escribir en mayúscula.
«Alemania volvía a ser una sola. Pero nuestra bandera había desaparecido de la fiesta».
Aun así, hay muros más insalvables que los físicos, que los levantados entre naciones; más gélidos que la más fría de las guerras frías. Son los que levanta el resentimiento frente a personas a las que una vez amamos y a las que ahora culpamos de nuestra desgracia.
Comienzo a leer La hija del comunista saboreando la poesía de Aroa Moreno Durán, dejándome llevar por su agilidad. Sin embargo, a medida que avanzo por este libro chiquito que cuenta esta historia chiquita compuesta de recuerdos chiquitos, yo misma me vuelvo chiquita. Me encojo, me ovillo, me engullo, me quiero consolar y es a ella a quien quiero consolar porque su pena es mi pena; su dolor, mi dolor; su soledad, mi soledad; su silencio, mi silencio. Me encojo para arrullarte, Katia sin patria, sin familia y sin nadie que comparta tus recuerdos que ahora son los míos y así por fin alguien te abraza y somos hermanas en el dolor. Katia como ese «enjambre de tierras que [...] era, [...] hija de aquí, nacida allá, huida, oscura, mentira». Katia que ahora sí se pregunta:
«¿Has pensado en lo que significa estar aquí para siempre?» 
Y se responde en silencio:
«Pensé en lo que significaba la palabra nunca».

La hija del comunista - Aroa Moreno Durán

Río Morava desembocando en el Danubio, fotografía de Vladimír Tóth


Ficha del libro:
Título: La hija del comunista
Autora: Aroa Moreno Durán
Editorial: Caballo de Troya
Año de publicación: 2017
Nº de páginas: 192
ISBN: 978-84-15451-80-8
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