«La hija del fotógrafo» de Víctor Navajo

Una deliciosa novela de amor, amistad e intriga, que atrapará al lector desde el primer capítulo.

Sebastián, nacido en 1941, es un adolescente reflexivo y observador que descubre, con solo diez años, el poder de las palabras. Desde entonces, se esfuerza en aprender a usarlas adecuadamente con un solo objetivo: compensar su escasa valentía y fuerza física. Para ello, las colecciona en carpetas etiquetadas por sabores, sentimientos, colores, etcétera, logrando conseguir el respeto de sus compañeros del instituto.

"No tendré músculos pero tengo palabras", reflexiona tras su éxito.

Amelia es la hija de un fotógrafo combatiente de la División Azul, hecho prisionero por los rusos en 1942, pocos meses después de que ella naciera en Berlín. Repatriado a España tras once años de cautiverio, recupera a su hija y ambos se establecen en Jarana, el pueblo de Sebastián. El joven se enamora de la muchacha y en su diario va describiendo las inquietudes y zozobras que ese sentimiento provoca en él, así como las entrañables relaciones con sus dos amigos, la vida del pueblo y los conflictos físicos y religiosos que le causa su incipiente sexualidad.

Dos años más tarde Amelia se traslada a Madrid. Sebastián no soporta la separación e intenta localizarla, emprendiendo una serie de aventuras que somete a prueba su tenacidad e ingenio.

Nº de páginas: Páginas:492

Formato: Rústica con solapas- ebook

En esta novela conoceremos el viaje que hace Sebastián por su vida, le conocemos siendo un preadolescente que empieza a enamorarse, pero que todavía le queda mucho por aprender de la vida y de las mujeres.

Me ha costado al principio entrar en la historia, me ha resultado bastante pausada, pero al estar muy bien escrita y dado que la historia engancha se sigue leyendo porque tiene ese gusanillo que engancha.

Es una historia de amor pero a la vez de amistad. En ocasiones no sé si por la época o por la visión del propio autor existen expresiones relativas a las mujeres que no me han convencido del todo: "Por ser sábado, andaban muchas mujeres fisgoneando de puesto en puesto en busca de cosas baratas", no es el hecho de estar de compras, es más el tema fisgoneo, que en otras ocasiones existen expresiones parecidas, dejándolas de charlatas y cotillas, pero es el único matiz negativo que he entrado. Pero luego es emotiva sin llegar a caer en la sensiblería.

Tal vez reduciría un poco su extensión pero no en exceso. Se divide en dos partes y a su vez en capítulos, y en cuanto al lenguaje usado va de acorde a la época y la evolución de los personajes. Es en la segunda parte cuando yo he sentido más interés y mi lectura se ha hecho más activa y ágil, porque entran otros aspectos en la narración y también porque está narrada por el propio protagonista. Nos demuestra que hay que luchar por lo que uno ansía, sin importar lo que opinen los demás o los inconvenientes que nos encontremos.

Las descripciones son una parte fundamental, tanto de la ambientación como de los personajes. Estando muy bien desarrollados los principales como los secundarios, haciendo que el lector sufra por lo que pasará con la pareja compuesta por Sebastián y Amelia. El estar ambientado en la época franquista, y en un pueblo y en Madrid hace denotar también las diferencias que existían entre un sitio y otro. Es una historia que no se hace monótona aunque exista gente que a priori piense que es una historia de amor más.

Narraciones de este tipo son las que demuestran que los autores noveles vienen pisando fuerte, y que si se tiene amor por lo que se hace y se toma interés tiene como resultado una buena novela.