Título: La hija del optimista (The Optimist's Daughter)
Autor: Eudora Welty
Traducción: José C. ValesEditorial: Impedimenta (2009)Año de publicación: 1972Páginas: 232Precio: 19 euros
El misterio, pensó Laurel, no radica en lo poco que conocemos a quienes nos rodean, sino quizás en lo mucho que los conocemos realmente.
Está claro que el Sur de EEUU tiene algo. Algo que lo hace diferente y especial al resto del país, algo que se desliza en la prosa de sus principales escritores. A la sureña Eudora Welty se la ubica junto a una serie de escritores sureños como William Faulkner, Truman Capote, Carson McCullers o Tenessee Williams, y he de decir que, de todos ellos, a quien más me ha recordado es a éste último. No podía dejar de pensar en esos personajes peculiares, atrapados en atmósferas opresivas, en situaciones que en ocasiones rayan el surrealismo. Eudora Welty, por otra parte, tiene una poderosa voz muy personal y retrata "su Sur" a su manera, como ella lo recuerda, porque de hecho, este libro trata esencialmente de los recuerdos, de los que han dejado los que ya no están, de los que flotan en las casas y los objetos, pero principalmente, en quien los porta, en quienes sobreviven a sus muertos y recuerdan...
"Ahora, el pasado ya no puede ayudarme ni hacerme daño, no más que mi padre en su ataúd. El pasado es como él, insensible, y jamás podrá despertar. Es el recuerdo lo que actúa como un sonámbulo. Regresará con sus heridas abiertas desde cualquier rincón del mundo, como Phil, llamándonos por nuestros nombres y exigiéndonos esas lágrimas a las que tienen derecho. El recuerdo no será nunca insensible. Al recuerdo sí se le pueden infringir heridas, una y otra vez. En ello puede residir su victoria final. pero del mismo modo que el recuerdo es vulnerable en el presente, también vive en nosotros, y mientras vive, y mientras tengamos fuerzas, podremos honrarlo y darle el trato que merece."
On the bag (Eudora Welty)
Laurel McKelva es una mujer de mediana edad que acude desde Chicago, donde trabaja, a Nueva Orleans para estar junto a su padre al que van a operar de la vista. Mientras de fondo se celebra el famoso carnaval de la ciudad (conocido como Mardi Gras), el padre de Laurel, el juez McKelva, no sobrevive a su estancia en el hospital. Laurel tendrá que lidiar con su orfandad, ahora total, ya que su madre murió hace años; con su viudedad, ya que su marido murió siendo muy jóvenes ambos, mientras este luchaba en la II Guerra Mundial; y lo peor de todo, con la segunda mujer de su padre, Fay, una mujer más joven que ella, déspota y egoísta. Ambas acompañarán al cadáver del juez al hogar familiar en Mount Salus, Mississippi. Allí, junto a los amigos de toda la vida, en la casa familiar, y mientras se desarrolla el velatorio, los recuerdos del pasado irán despertando en Laurel, recordando no sólo a su padre, sino también a su madre Becky y a su joven marido Phil, todos ellos muertos, pero muy vivos aún en su recuerdo.
Sunday Morning (Eudora Welty)
Eudora Welty comenzó esta historia como un relato corto que fue creciendo hasta llegar a ser una novela que se ha convertido con el tiempo en todo un clásico y que obtuvo en 1973 el Premio Pulitzer. Aunque pueda parecer una novela triste por el tema que trata y porque la muerte es una presencia constante, más bien destila una melancolía dulce, esa que se siente cuando recordamos a aquellos que amamos y que ya no están en pequeños detalles, como las manos fuertes que podían arreglar cualquier cosa de su marido Phil, o la melancolía que su madre sentía por su hogar en Virginia Occidental al que se refería siempre como "allá arriba, en casa" o la timidez de su padre, ahora cubierta de valentía por las historias llenas de fanfarronerías de sus amigos. La novela nos muestra el particular universo sureño con sus personajes parlanchines y bromistas, algo que predomina en un velatorio en el que las conversaciones ágiles con réplicas y contra réplicas se suceden, con divertidas anécdotas del juez de aquellos que le conocieron y quisieron. Pero también, y aquí quizá resida la grandeza de todo clásico, es absolutamente universal al tratar los sentimientos de quien ha perdido a un ser querido, la aparición de fantasmas y recuerdos por una simple tabla de cortar pan que Phil construyó para la madre de Laurel, las cartas que sus padres se escribieron durante toda su vida, las habitaciones en la que vivió de niña, todo cobra vida y hace que Laurel reconstruya ante nuestros ojos esas relaciones y a esas personas que ya solo viven en su memoria.
Home by dark (Eudora Welty)
Esta es la primera novela que leo de Eudora Welty y, aunque en un principio no encontré en ella lo que pensaba que iba a encontrar, me ha sorprendido agradablemente. La lectura es muy fluida, llena de chispeantes diálogos, personajes originales y una reconstrucción poco a poco de la vida de Laurel y sus allegados. Nos posicionamos desde un principio con Laurel (a pesar de que la historia esté narrada en tercera persona) quien tiene que marcharse de la casa familiar y dejársela a la advenediza Fay, ahora dueña de todo lo que constituyen sus recuerdos. Fay es sin duda el personaje más odioso de la novela: frívola, egoísta y malvada, se muestra totalmente descortés con los amigos que han ido al velatorio de su marido, incluso con su propia familia. La odiamos por lo injusto de la situación, para ella ni la casa ni los objetos que contiene significan absolutamente nada, sin embargo, todo le pertenece, mientras que Laurel tendrá que dejarlos allí, reconciliándose finalmente con la situación, al darse cuenta de que nuestro pasado no reside en los objetos sino en el recuerdo que llevamos dentro de los que amamos.
"Pero es razonable que tengamos que cargar con la culpa de sobrevivir a aquellos que amamos", pensó. Lo único que podemos hacer por ellos es sobrevivir. La idea de morir no es más extraña que la idea de vivir. Pero sobrevivir a alguien es quizás la idea más extraña de todas.
Child on porch (Eudora Welty)
La novela va creciendo a medida que avanza, las reflexiones y los recuerdos de Laurel son cada vez mayores, y sin duda, la última parte es la mejor de todas, con las pequeñas historias personales de la relación entre sus padres o la breve historia de amor con su marido Phil hasta que este murió en la guerra. En esa sencillez de las pequeñas cosas es en la que radica la belleza de esta novela, en la que no pasan grandes cosas: una muerte y un funeral básicamente, pero en la que nos podemos ver retratados cualquiera de nosotros.
Tomato-packers' recess (Eudora Welty)
Eudora Welty comenzó su carrera como fotógrafa, cuando trabajaba para la Works Progress Administration, retratando el estado de Mississippi durante la Gran Depresión, recorriendo cada pueblo y tomando fotografías de sus gentes, algo que sin duda le serviría como material para sus posteriores novelas. No he podido desaprovechar la oportunidad de utilizar las fotografías que tomó Welty para ilustrar esta entrada, todas ellas de una gran belleza y respeto hacia aquellos a quienes enfocaba con su cámara y que nos permiten hacernos una idea muy precisa de los personajes y el ambiente sureños que se respiran en su novela.
Eudora Welty
Eudora Alice Welty nació en Jackson (Mississippi) el 13 de abril de 1909 y falleció con 92 años en el mismo lugar el 23 de julio de 2001. Estudió en el Mississippi State College for Women y asistió a la Universidad de Wisconsin-Madison y a la Columbia Business School en la Universidad de Columbia. A partir de 1950 abandonó la fotografía y se dedicó por completo a la escritura, publicando distintos cuentos.
Casa de Eudora Welty en Jackson (Mississippi)
Además del Premio Pulitzer por esta novela, fue premiada con la Medalla Presidencial de la Libertad en 1980 y recibió el Real Award for the Short Story por su contribución a los cuentos estadounidenses. Además, donó su casa de Jackson, en la que vivió la mayor parte de su vida y que fue construida por sus padres en 1925, al Mississippi Department of Archives and History. La casa fue declarada Hito Histórico Nacional y está abierta como museo a las visitas al público.