T.O.: The Clockmaker's Daughter, 2018
En 2017, Elodie encuentra un cuaderno de dibujo y el retrato de una joven, datados en la segunda mitad del siglo XIX. Atraída por ambos objetos, decide averiguar su origen.
Aunque en la sinopsis de "La hija del relojero" se menciona un persona asesinada, otra que desaparece y una joya extraviada, se trata de un cebo para despertar interés por el supuesto misterio, temas que apenas se mencionan de pasada durante la mayor parte de la narración, mereciendo apenas unos capítulos al final de una historia que es, en realidad, la del personaje que le da título y, con ella, la de Birchwood Manor, la casa en la que sucedieron los hechos (una trama con un potencial interesante muy desaprovechado).
La estructura, caótica, y los múltiples puntos de vista (incontables, entre 1860 y 2017), contribuyen a que la obra no fluya ni avance. Si bien la historia comienza con Elodie, en la actualidad, ni este personaje ni el resto están dotados de profundidad ni personalidad, siendo el relato de sus circunstancias y características tan tópico como falto de originalidad e, incluso, previsible (el inminente matrimonio de Elodie...) y decepcionante (la resolución del tema familiar).
Nada hace destacar a un personaje de otro, a veces incluso cuesta distinguirlos entre sí. El supuesto grupo de jóvenes artistas que se reúnen en la casa no son sólo indistinguibles, sino que apenas pasan de meros nombres, y apenas ocupan lugar en la historia. Más difícil resulta empatizar con ninguno de ellos, ni que importe, o intrigue, lo que pudiera ser de ellos. Esto resulta especialmente preocupante en el caso de Birdie, la hija del relojero, o en el del nada carismático Edward Radcliffe, cuyo arte y supuesto drama, son relegados a un lugar secundario en la obra.
Los pequeños "misterios" que hay a lo largo de la novela, desde la identidad de algún personaje, al destino de otros (el relojero) o lo que realmente ocurrió aquel verano de 1862, oscilan, en su mayoría, entre lo irrelevante y lo previsible, al punto de poder deducirse la solución en el mismo instante de ser enunciados. La parte "sobrenatural", usada para contar lo que ocurrió, al igual que otros pasajes en los que se detallan multitud de hechos tan aburridos como innecesarios, deja con la sensación de que no solo se ha elegido la forma más larga de contar muy poco, sino que la historia carece de sentido.
En resumen, "La hija del relojero" es una novela correctamente redactada, de estructura caótica, con una finalidad confusa que no tiene mucho que ver con lo que se anuncia en la sinopsis, personajes sin personalidad, previsible, y decepcionante en su conclusión, que deja varias tramas sin cerrar de forma satisfactoria. Quizá, interese a quienes sean incondicionales de una autora que escribe siempre la misma historia ("misterio" en varias épocas, una casa como elemento importante, personaje con infancia "d ickensiana ", algún tipo de artista ...), con diferencias superficiales.
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