En España, el Tribunal Supremo admitió a trámite la demanda de paternidad de la belga de 48 años Ingrid Jeanne Sartiau contra el Rey Juan Carlos I. Previamente había rechazado, por no hallar un indicio de prueba que justificase la iniciación del pleito la demanda del español Alberto Solá. Imagino que una vez abierta la veda —esa que tanto le gustaba a don Juan Carlos I— no serán las únicas demandas que se presenten. Evidentemente, si finalmente se reconociera la paternidad del monarca conllevaría varias consecuencias, la primera y lógica es que podrá usar el apellido Borbón —aunque dudo que alguien quiera usarlo— y la segunda es que habrá que repartir la herencia entre otra persona más... Ojo que no estamos hablando de cuatro duros.
Yo pensaba que para ser el Jefe del Estado uno debía ser intachable en su conducta. No es comprensible que el elegido por designio divino y cuya elección sea hereditaria de padres a hijos cometa una miríada de errores. Por cierto, ¿no somos todos los españoles iguales ante la ley? ¿O somos todos iguales menos uno? Por otra parte, ¿cómo es posible que no sea la primogénita del Rey la heredera? ¿Es machista la Constitución incluso contraviniendo el artículo 14 que propugna que no haya distinción por nacimiento, raza, sexo, religión...? ¿Se trataba de un regate a doña Elena por alguna razón oculta? La realidad es que si el que nos va a representar ante el mundo es un golfo, prefiero ser yo quien elija a este golfo. Y si resulta que no me gusta su comportamiento o cualesquiera otras razones, quiero tener la potestad de elegir a otro. Parece sencillo ¿verdad? Pues no lo es.Piensen.Sean buenos.La canción regalo de hoy se llama La hija del Rey. Es una propuesta de mi buena amiga @MarisolGaldon. Reconozco que no es la mejor canción de la historia, pero la letra de la canción es bastante fiel al espíritu de este artículo. Espero que les guste. Con todos ustedes: Julieta Galván.https://www.youtube.com/watch?v=cAZF91VoJ7MRevista Opinión
Es bien sabido por todos que desde el origen de los tiempos el Rey era alguien elegido. Casi diríamos un ungido por el dios del lugar. Ocurre en todas las culturas, desde la más remota a la más próxima. El rey era alguien especial, un ser único. De hecho, aún hoy se sigue empleando la expresión tener sangre azul, que hace referencia a la palidez de los privilegiados a quienes se les trasparentaban las venas, en contraposición a la piel curtida y morena del populacho, recordando el mármol más preciado y delicado. Recuerden si no otra expresión clásica: Rey por la Gracia de Dios, acuñado por monarcas —e inlcuso por dictadores como Franco— desde la antigüedad, haciendo hincapié en la elección divina.