La Hija; Ejercicio de estilo

Por Victor Fernández.

Manuel Martín Cuenca es una de los cineastas españoles más particulares e interesantes del panorama actual. Sabe sorprender e inquietar al espectador con un estilo muy amoldado a la intriga, a lo climático, a la oscuridad del ser humano. Siempre complejo, con giros imprevistos, pero bien calculados, el cine de Cuenca ha ofrecido sequedad y concreción en dramas como La mitad de Óscar (2010) o Caníbal (2013), así como más sátira y perversión lúdica en películas como El autor (2017). La Hija; Ejercicio de estilo Ahora llega a las salas, tras su paso por San Sebastián y Sevilla, su último thriller: La hija (2021). La cinta, que cuenta con el protagonismo de Javier Gutiérrez, como ocurría en El autor, se acerca sin embargo más a ese cine aséptico de formalidad fría y pulida de sus anteriores películas. Con cierta tensión y una puesta en escena de, en ocasiones, brillante resolución (su capacidad de crear inquietud desde las formas estáticas es irreprochable) la película avanza por unos derroteros interesantes en cuanto a lo formal se refiere, pero algo más previsible y frontal en su argumento y desarrollo. La Hija; Ejercicio de estilo Irene tiene quince años y vive en un centro para menores. Se acaba de quedar embarazada y está decidida a cambiar de vida gracias a Javier, uno de los educadores del centro. Javier le ofrece vivir con él y su mujer Adela en la casa que tienen en un paraje aislado y agreste de la sierra para que pueda llevar a buen término su embarazo. La única condición a cambio es que acepte entregarles al bebé que lleva en sus entrañas.Con una sinopsis que ocasiona cierto deja vu, la película acoge avatares del thriller más común sobre secuestros y paternidades/maternidades enfermizas. Javier Gutiérrez ofrece una actuación aceptable, aunque demasiado encasillado en una comodidad que se antoja repetitiva, así como la debutante Irene Virgüez no logra aprobar en su excesivamente forzada interpretación. La única del trío protagonista que consigue apoyar el buen hacer con los actores que Cuenca siempre ha solido demostrar es Patricia López Arnaiz, en un papel tan misterioso como resolutivo. La Hija; Ejercicio de estilo
De este modo, La hija acaba tendiendo a una narrativa algo televisiva en el papel, que no puede escapar de los planes más convencionales de la habitual intriga de sobremesa. Queda acogernos entonces al buen hacer de su director tras la cámara, que aborda la poco interesante trama desde un ejercicio de estilo tan intrigante como distanciado emocionalmente. Una apuesta que Cuenca siempre sabe llevar con acompasado ritmo y personalidad intrigante.