En algunos cristianos la característica de juez es ley, se adhiere a todo su ser, el improperio santo es aceptado y los chistes discriminatorios si los dice el pastor son benditos. Van de amor y paz pero se escudan en discursos de odio y guerra. Abogan por la moral pero defienden lo inmoral, se autoproclaman como defensores de la familia, pero solo si es su tipo de familia. Pero si algo identifica a comunidad cristiana que se respete, es el chisme, su rey indiscutible. Que si la falda de la hermana es corta, que si el pantalón ajustado, que si los hijos del pastor, que si los apartados y sus demonios y que si esto o si aquello, son la rebelión de lo inaudito. Hay quien pregunta lo que tienes presentándolo como necesidad de saber para hacerlo petición de oración pero en verdad busca enterarse de la buena nueva que deje boquiabiertos a quienes en breve comunicará la información recibida. Es que ser comunicativos con la lengua es la onda en la iglesia, o sino de que van a vivir después? el chisme aviva toda conversación y es un punto de encuentro inefable. Brinda emoción a todo y promueve el bla bla bla.Por un lado te dicen "Dios te bendiga" pero por el otro "¡Mírale cómo está, Dios mío!", por un lado te sonríen y por el otro te dan la puñalada inesperada. Si decides entrar a sus reuniones debes prepararte porque criticarán desde tu vestir hasta tu actuar, tu hablar, tu caminar, tu reír y tu llorar. Has entrado al club del juicio y despellejo, pero estas rodeado por un cerco invisible de bendición, entonces debes disimular felicidad. Pero en defensa legítima habría que señalar que el ser humano juzga a los demás por naturaleza, también es dócil para mover aquel órgano que resguarda su dentadura y ama sentirse más que los demás. Si no es un justificante es otro. Soy más por tener dinero, por ser atractivo, por ser inteligente o en este caso por estar escudado por un imperio religioso, (que jamás llamaran así sino algo muy sutil y que suene agradable al oído). Pero claro son cristianos y uno esperaría que fuesen como Jesús y no como los fariseos de hoy.Pero pese a todo hay también buenos cristianos, gente hermosa, noble de corazón, humilde, que aceptan al otro como es, permitiendo que sea Dios quien trate con él y cambie. Aquellos que no miden con alta vara porque saben que con esa misma serán juzgados. Aquellos que odian el chisme y se alejan de murmuraciones. Los hay respetuosos y generosos, con la única disposición de hacer brillar la luz de su medias al mundo y cuyos parámetros son solo aquellos del amor sincero y genuino, sin añadidos, parafernalias ni rayo juzgador, los hay buenas personas.
Revista Gente
Se venden como los amorosos, dulces y amables pero en sus grupos suele concentrarse la gente más intolerante, discriminadora, repugnante y chismosa de este mundo. Se visten de amor, piedad y luz pero puertas adentro son oscuridad contienda, enemistad y la más vil hipocresía, aquella del caer bien para encajar y ser parte. En muchos cristianos hay un 'emperadorcito' juzgador. Se creen con la potestad moral y espiritual de señalar a los demás y medirlos bajo su parámetro de buenas costumbres. A veces son mejores personas los foráneos que aquellos que hacen parte del grupo de alabanza o de oración. Los escándalos dentro de estas comunidades son garrafales, pero la forma como someten a su sentenciado del momento es visceral, digna de película de terror de cine b, aquellas en la que la sangre y los tormentos más monstruosos son protagonistas.