Revista Opinión
Quizá el problema más grave de este país es que todos queremos saberlo todo de todo.
Y, como decía aquel sabio que, además, era torero, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.El crash o explosión de las hipotecas concedidas a los que no podían de ninguna manera pagarlas, hipotecas "subprime", ha provocado una serie de efectos perversos:1-el hundimiento universal de una Banca dirigida por ineptos que luchaban entre sí para ver quién era el que ganaba más de un dinero que sólo era teórico porque no existía realmente sino que era una simple e injustificada esperanza de que las cosas siguieran como iban, o sea, con una economía basada íntegramente en construir viviendas para unos señores que no podrían pagarlas si perdían los empleos que tenían precisamente en la construcción e industrias auxiliares, o sea, una perfecta pescadillas mordiéndose la cola pero fuera del mar, o sea, un pez destinado a su desparición, de modo que, en lugar de crear riqueza, estos maravillosos empresarios españoles, la estaban destruyendo puesto que colocaban todos sus capitales en un mercado realmente inexistente por falta precisamente de auténticos compradores, o sea, de demanda, ya que unos asalariados que apenas si perciben lo suficiente para sobrevivir cómo van a ponerse a capitalizar esas ingentes cantidades que suponía la adquisisición de unas viviendas que estaban muy lejos de su alcance;2-pero los ineptos más nocivos para nuestra economía eran sin duda alguna los dirigentes bancarios que no dudaron en entrar en una dura pugna por ser los que ganaban más y consiguientemente enriquecían a sus empresas desmesuradamente sin parar mientas en que cada nueva hipoteca que concedían era una cuerda al cuello que ataban no sólo a la garganta de unos asalariados soñadores, alejados totalmente de su propia realidad, sino también a la de sus propias entidades que, cuando se dieron cuenta, se habían endeudado hasta límites insoportables con la Banca extranjera para tener dinero que prestar a unos auténticos locos que pensaban que el dinero iba a seguir cayéndoles de los árboles;3-y aquella, que parecía fuente inagotable de ingresos para los currantes, cesó de manar porque ya se habían construido muchos miles de viviendas más de las que eran realmente necesarias y el sistema, ese sistema absolutamente falso que se basaba en premisas inexistentes, hizo crash y todo el tinglado se fue a hacer puñetas, es decir, las constructoras, endeudadas hasta los ojos con los Bancos nacionales, dejaron de vender viviendas que ya nadie podía comprar y pagar, y los Bancos foráneos les apretaron las tuercas, lo que les obligó a ellos a hacer lo propio con sus malísimos clientes, las grandes, las desmesuradas constructoras que, de repente, se encontraron, con que todo su capital estaba invertido en enormes barrios y ciudades fantasmas, llenas de pisos que ya nadie podría comprar, la única solución entonces posible para salvar los pocos muebles que fueran salvables eran aquellas antiguas suspensiones de pagos que ahora se llamaban procedimientos concursales, por los que estos indocumentados empresarios ponían judicialmente a disposición de todos sus acreedores todo lo que tenían para que los jueces procedieran a un equitativo reparto, que, en realidad no es sino el de la miseria, y el país entero se transformo en una inmensa quiebra que nadie sabe cómo resolver;4- y comenzó el que seguramente es el más perverso de todos los efectos de este ingente desastre: el intento desesperado de los Bancos acreedores de cobrarle a sus ingenuos deudores, los fracasados propietarios de una viviendas que nunca podrían pagar, un dinero que, como dijimos al principio, no sólo no existía sino que no existiría nunca porque ya no había ninguna riqueza que repartir al haberse ido al garete aquel famoso boom de la construcción y todo se transformó en llanto y en imprecaciones que unos ingenuos soñadores disparaban contra todo lo que se mueve, comenzando por el Gobierno por el crimen imperdonable de no haber sabido ni podido frenar su propia locura, la de estos aspirantes a propietarios de magníficas viviendas con los sueldos más bajos de Europa;5-y comenzó una cadena sin fin de ejecuciones hipotecarias que han llevado a la peor de las ruinas no sólo a millones de familias sino a casi todas las entidades bancarias, gobernadas, ya lo hemos dicho, por auténticos ineptos, gentes que habían llegado a su dirección sin la preparación adecuada, de modo que la situación actual es:A) una enorme masa de deudores, varios cientos de miles, que ha visto como el sueño de la vivienda propia se les ha ido de las manos dejándoles en cambio con una deuda que les afligirá de por vida, en virtud de esa hermenéutica legal que no sólo les ha hecho perder su bien tan preciado sino que los transforma en deudores al Banco para todo su vida;B) unos Bancos que, en realidad, se hallan casi todos quebrados porque sus activos están constituidos por viviendas que no sólo nadie puede pagar sino que tampoco quiere comprar visto el lamentable resultado de los sueños de aquellos que fueron sus alegres propietarios;C) y un Gobierno al que los Bancos le piden que les saque de esta situación de insolvencia sólo provisional que, en realidad, es una auténtica quiebra, mientras los ciudadanos le exigen que les libere de ésta, no por nueva, menos exigente escalvitud de trabajar toda su vidsa para pagar una deuda inextinguible, que los Bancos han conseguido endosarles por mor de unos preceptos legales que ya anticipamos que son susceptibles de una interpretación favorable a la extinción de esta injusta esclavitud que, en modo alguno, los ciudadanos españoles se merecen, sea cual fuere su imprevisión.Continuará.